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Uno de los títulos pendientes del año pasado. Desde que lo descubrí, lo añadí a mi lista personal y esperé el momento para disfrutarlo. Pero a veces el tiempo es un cruel enemigo al que no siempre se vence. No obstante, con esfuerzo, he conseguido que mi primera reseña del año sea esta sorprendente historia creada por Sandra Andrés Belenguer . Hoy me complace presentaros Deja cantar a la muerte, una versión moderna de una de mis novelas favoritas, El Fantasma de la ópera, de Gaston Leroux.

Un clásico actualizado

Si todavía no conocéis la obra de Leroux, os animo a hacerlo, pues tal vez consiga enamoraros como sucedió con aquella niña de once años que hoy a sus veintitantos escribe estas líneas. Y me fascina descubrir a otras personas que, como yo, aman la novela y el personaje que vio la luz gracias a esta. La autora de Deja cantar a la muerte es una de ellas. En cada una de sus páginas transmite su admiración por el clásico literario, y adorna su esencia con un envoltorio más moderno, más actual, con el que sentirse más identificado. Una nueva Christine más valiente, que finalmente sabe lo que quiere. Un fantasma con mucho corazón, con un pasado adecuado a tiempos modernos con el que empatizas fácilmente. Un Raúl con los mismos encantos que el original, puede que hasta más completo en ciertos aspectos, pero quedando renegado al segundo plano que siempre le tocó. Es decir, el trío protagónico que cautivó en la novela original vuelve con nueva luz para sorprendernos una vez más en una historia donde misterio y romance se dan la mano, y bailan acompasados al son de una preciosa melodía creada por la autora.

Además, sus numerosas referencias a la literatura, a la música e incluso al teatro (como el musical Roméo et Juliette: De l’haine à l’amour) hacen más fácil la interacción con los personajes y visionar las escenas descritas en las páginas de la novela. Más de una dibujará una sonrisa en vuestros rostros, como la mencionada (que aprovecho para recomendar).

Un paseo mágico por París

Si ya me fascinaba la conocida “ciudad de la luz”, ahora mi deseo por visitarla de nuevo ha aumentado considerablemente. Sandra nos descubre lugares fascinantes y desconocidos de París, conocedora como es de la capital parisina, tanto la visible como la que vive en las sombras. La magnífica narración de la autora adentra al lector en las intrigantes y terroríficas catacumbas, despertando el deseo de verlas con sus propios ojos. También nos invita a visitar museos menos populares, pero maravillosos por la descripción que hace de ellos. Y bibliotecas de ensueño que todo amante de las letras no querrá pasar por alto. Sin duda, la novela nos ofrece no solo un relato cautivador y aditivo, sino también una guía fantástica para viajar a París y dejarse llevar por su encanto embriagador.

Una novela con música propia

No hablo solo en sentido metafórico, pues se percibe las vibrantes melodías que desprenden cada una de sus páginas si dejas que te atrape. Lo maravilloso es contar además con la interpretación de una canción que forma parte de la trama. Y creedme, la escena cobra vida escuchándola. Un elemento magnífico que aporta más magia a esta historia.

En definitiva, Deja cantar a la muerte está escrita por y para los amantes de El fantasma de la ópera, y espero que sirva como aproximación a las nuevas generaciones para descubrir a ese ángel de música perdido en los subsuelos de París, y que gracias a Leroux resurgió con gran esplendor y penetró en el corazón de muchos, como una hermosa melodía  que viene para quedarse. Gracias Sandra por transmitir ese amor que compartimos por esta maravillosa obra. Y como dice ella en sus agradecimientos, gracias al autor francés por traer a la vida a Erik y Christine e inspirar nuestros sueños más profundos.

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