Cabecita de huevo de Máximo Adalid

¿Qué haríais si un completo desconocido os regalara un poema en el tren? ¿Y si os toparais con él día sí, día también? En realidad, esto suena bastante a acoso. Pero para el argumento de una novela, es un buen desarrollo para contar una historia de amor. A través de Edición Anticipada, hemos podido conocer a Máximo Adalid, quien nos trae un romance lleno de sueños por cumplir. Cabecita de huevo trata sobre la importancia de las personas que nos rodean en la realización de nuestros sueños.

Cabecita de huevo nos relata la historia de Natalia y Amarado, dos jóvenes con pasados rotos. Ella perdió su sueño de convertirse en bailarina de ballet. Él solo quiere un hueco en el mundo de los escritores. Pero el tren de cada mañana une sus vidas aunque ninguno de los dos lo esperaba ni buscaba.

La novela es breve y fácil de leer. Adalid utiliza un lenguaje sencillo que hace que las páginas vuelen. Al ser una obra no muy extensa todo transcurre a pasos más bien agigantados. Siendo sincera, la historia no me ha impresionado mucho. A término personal, y reconociendo que la novela romántica a veces peca de esto, me parece una historia digamos muy previsible. Le falta algo más de desarrollo para explicar todos los hechos expuestos. Al final, todo resulta fácil de conseguir e incluso en las pequeñas dificultades que se plantean, los sucesos se desarrollan rápido para llegar de nuevo a un punto de realización y satisfacción para los protagonistas.

Por otra parte, el autor trata de animar al lector a no desistir en sus sueños. Nos habla sobre la importancia del apoyo de los demás para poder realizarlos. Y es bonito ver cómo los protagonistas hacen precisamente eso en la obra. Son un faro el uno para el otro y se motivan mutuamente para seguir creciendo como personas. Amarado sin duda es quien mejor desarrollo tiene en este aspecto. Es un personaje bien creado y el que más aporta a la trama.

En tema secundarios se me quedó corto. Me hubiese gustado conocer más a las familias de ambos, quizá también a los amigos de Natalia. Hubiesen aportado buen material para que la obra tuviera más grueso y dejara atrás la simpleza de la historia. Por otro lado, falta un poco de compensación entre narración y diálogo, que ayudaría al desarrollo de los personajes.

En resumen, Cabecita de huevo sirve como esa novela para leer en un viaje en tren o avión, en la que si te dejas llevar puedes disfrutar de su lectura.

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