Más de treinta años han pasado desde que en 1988 Ron Howard dirigiera una película de corte sencillo que con el tiempo se ha convertido en una cinta de culto para los fans del cine de aventuras y de fantasía. Y todo gracias a sus carismáticos personajes, a su historia fascinante y a la preciosa banda sonora firmada por James Horner. Sí, hablamos de Willow, esa entrañable película protagonizada por Warwick Davis, quien encarnaba a un nelwyn de gran corazón, que recibe una misión muy importante, cuyo desenlace decidirá el futuro del mundo que conoce.
Cuando se anunció que Disney planeaba una secuela, las sensaciones fueron diversas. Por un lado, nos picaba la curiosidad ver qué podían ofrecernos, pues es un mundo de fantasía que da pie a explorarlo y contar nuevas historias. Con Cristal Oscuro. La Era de la Resistencia partieron de un mundo y unos personajes que ya conocíamos y extendieron ese maravilloso universo, ofreciéndonos una historia increíble que Netflix decidió cancelar a pesar del éxito obtenido. En cualquier caso, la secuela de Willow tenía posibilidades de sorprender, como la ya mencionada serie basada en el mundo de Jim Henson, o por el contrario decepcionar a los fans que crecimos con la película original. ¿Qué nos ha parecido tras ver los primeros episodios?
Un producto sin magia natural
Como ya se ha comentado, Willow no es una gran película, pero si se ha convertido en un clásico es porque mantiene una esencia muy personal y característica de las películas de su década, algo que murió hace mucho y que ahora solo nos quedan simples resquicios que mantienen viva la llama de la esperanza de que ese cine de aventuras vuelva a resurgir algún día.
En un período de crisis creativa como el nuestro, las productoras, por tal de sobrevivir mientras aparece un nuevo rayo de sol en el horizonte que bañe de luz e inspiración a cineastas y compañía, se empeñan en exprimir cada gota de oro del pasado. Y así es como se les ocurrió rescatar la película de 1988 y hacer una secuela en formato serie que nadie pedía. Aun así, con un poquito de esfuerzo se podría haber sacado algo mejor que este despropósito.
Como presentación, Willow peca por todos lados, partiendo de la base de que su personaje principal aparece en los últimos minutos del primer episodio. Eso es debido a que se dedican a presentarnos a un montón de personajes, la gran mayoría innecesarios, que resultarán ser los protagonistas de la historia, un elenco joven y falto de carisma suficiente para interesarnos en ellos. Es decir, a pesar de que la original estaba destinada a un público familiar, mantenía un tono serio y oscuro del que han privado completamente a la serie.
El resultado es una historia que bebe de la nostalgia del pasado, tirando de flashbacks de la película, pero de la que no mantiene su esencia por ningún lado. Han decidido enfocar la serie hacia un público juvenil, ofreciendo mucha inclusión y mucho empoderamiento, pero también mucha falta de ingenio e imaginación. Puede que aquellos que no crecieron con la película original consigan empatizar con su historia, sus personajes y con su pésimo humor. Pero para los que partimos de la cinta de 1988 como base, la sensación es horrible.
Todo detalle bueno que pueda tener se ve eclipsado por un mal montaje, un pésimo guion y un elenco que resta protagonismo al que era el verdadero héroe, el pequeño Willow. Así que el poderoso mensaje que había tras la ficción ideada por George Lucas desaparece por completo al cargar con todo el peso argumental a un grupo de personajes nuevos que ni ellos mismos saben qué pintan en la historia.
No obstante, puede que le demos una oportunidad y sigamos esta nueva senda por explorar. Y así, tal vez, al final nos encontremos con que no todo es tan malo como parece. Pero sobre todo, por favor, que cambien esos horrorosos créditos finales. No sé a quién se le ocurrieron, pero si ya la serie tiene poca épica, la decisión de finalizar de ese modo es un anticlimax que destroza el capítulo al completo. James Horner debe de estar removiéndose en su tumba.