Creo que os será familiar la expresión “mi lugar feliz”. Un lugar en el que nos sentimos reconfortados cuando todo a nuestro alrededor se tambalea. Allí es donde hemos acudido durante estos primeros meses de pandemia. De repente todos en casa, menos nuestros tan admirados profesionales que han estado dándolo todo para que nuestras necesidades estuviesen bien cubiertas. Muchos decidieron mejorar sus habilidades culinarias, otros practicar más deporte y yo como buen ratón de biblioteca que soy me volqué en mis libros. Pero ¿qué iba a hacer si me quedaba sin lecturas? Estaba la opción de comprar por Amazon. ¡Bien, todos salvados! Pero, ¿y si volvía a aquellos libros que durante mi adolescencia fueron mi lugar feliz? Y así es como volví a leer La Sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón.

Quizá algunas personas piensen que leer un libro por segunda vez no vale la pena, que es una pérdida de tiempo. Seré sincera, yo también creía lo mismo. Mi lista de libros pendientes es una historia que bien podría ser escrita por Michael Ende: es la lista interminable. Así que, ¿cómo leer un libro por segunda vez si no tienes tiempo de leer los que se van publicando? Pues bien, aquí estoy retractándome. Hacía años que había leído La Sombra del Viento y, me sorprendió cómo volví a engancharme irremediablemente. Volví a disfrutar de las calles de Barcelona, del misterio, del amor por los libros. Y me di cuenta que este libro sería para siempre un lugar feliz para mí.

Tristemente, un 19 de junio nos llegó una terrible noticia: Carlos Ruiz Zafón había perdido la batalla contra el cáncer. Y así, sin más, nos tuvimos que despedir de un gran escritor. Aunque no es una despedida para siempre. Recordad, una persona vive mientras la recordemos, mientras hagamos cosas que a ellos les gustaba. Creo que no hay mejor homenaje para Carlos Ruiz Zafón que leer, leer mucho. Id a las bibliotecas, a por aquellos libros que valen la pena pero que están olvidados. Id a aquellas librerías de barrio que a veces pasan desapercibidas. Escribid, dad rienda suelta a vuestra imaginación, reinventad vuestra ciudad o vuestro pueblo. Y sobre todo volved aquellos libros que os han hecho felices y que se habían quedado un tanto abandonados en vuestra estantería. No sabéis si quizá, como le ocurrió a Daniel Sampere, os cambiarán la vida.

La literatura hispánica tiene muchas cosas que agradecerle a Carlos Ruiz Zafón y sus maravillosos libros. Yo siempre le daré las gracias por haberme dado un lugar feliz al que volver.

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