«Entrevistas de película» surge de la necesidad de aprender de los más grandes. Es una sección pensada para poder hablar con aquellos y aquellas periodistas cinematográficos más importantes de este país con los que tratar temas como la trayectoria profesional, el cine o el mundo de la crítica. Para esta tercera entrega me hace muy feliz poder decir que contamos con Alberto Rey: escritor, periodista, presentador, colaborador de radio y TV y podcaster.

En las entrevistas que he ido haciendo, siempre pregunto al principio «¿qué significa para ti ser periodista cinematográfico?». Pero contigo, oyéndote y leyéndote, me da la sensación de que tú hablas de cine y de series, pero también de moda, de la prensa del corazón, … Entonces me gustaría saber, ¿te ves como crítico de todo o te consideras solo crítico de un aspecto en concreto? Es decir, para alguien que no te conozca, ¿quién es Alberto Rey?

Últimamente me etiquetan como crítico cultural, lo cual me parece un poco extremo porque las disciplinas que tienen base teórica las respeto, sobre todo si yo no tengo esa base teórica porque yo no las he estudiado. Es verdad que leo muchísimo sobre crítica cultural y sobre cultura pop, y me di cuenta de que las cosas están mucho más mezcladas de lo que parece. Ayer, por ejemplo, estaba viendo Emily en París porque estaba detectando cómo se estaban haciendo un par de campañas publicitarias a través de la serie. Entonces, al final, ¿es relevante escribir sobre Emily en París sobre cómo funciona una promoción de una marca de moda? ¿Es relevante, por ejemplo, si se escribe sobre moda, hablar de Emily in París? Está todo mezclado. Por no hablar del cine y la tele, que ya ha explotado todo y está todo muy mezclado. Entonces yo supongo que empiezas mezclándolo porque te sale así, porque es muy difícil aislar las cosas.

A mí me parece muy muy interesante hablar de las películas, del cine o de la cultura de la celebridad, por lo que dicen de nosotros. Creo que son muy representativas, cada vez más, porque creo que la distinción entre alta cultura y baja cultura, si alguna vez existió, ha saltado completamente por los aires. Un ejemplo claro de estos son Las Kardashian: son cultura de la celebridad, pero también son una serie. Si Las Kardashian se van de una plataforma a Disney, ¿nos creemos que eso no va a afectar al resto de la estrategia de Disney? Pues claro que sí que influirá en lo que luego va a producir o no. Está todo, todo, todo mezclado.

¿Recuerdas cuando empezó este interés tuyo por parte de este mundo? ¿En qué momento dijiste yo quiero dedicarme a esto? 

Nunca lo dije. Yo tenía un trabajo distinto, yo me dedicaba de manera amateur a escribir sobre series. Yo soy producto también del mundo de los blogs, lo que pasa es que yo tuve suerte y me llamaron para escribir para la web de una cadena, y luego me llamó El Mundo, y de ahí se fue expandiendo de una manera bastante natural. Insisto en que tuve muchísima suerte.

Una de las suertes que tuve es que yo pillé cuando las series estaban muy de moda y se estaban poniendo cada vez más de moda. Me explico, series de moda ha habido toda la vida, pero digamos que era el momento en el que se estaba haciendo un switch en la conversación cultural que pasaba de tener como centro de conversación las películas a las series.

Eso me pilló ahí, digamos que fui el primero de una figura nueva que era “el que escribe de series”.

Había ya otros, es decir, yo sustituía a otra persona en el periódico, pero es otra persona escribía sobre televisión en general. Se puede también decir que yo viví (o estoy viviendo, porque todavía no se ha completado) el momento en el que las series de televisión salieron de la sección de televisión y empezaron a entrar en la sección de cultura.

Y volviendo a Emily en París, por poner el ejemplo más reciente y por poner una serie que no es alta cultura (que es entretenimiento puro y duro), ahí la tienes en la revista Vogue. Revistas de moda tradicionalmente reservadas para modelos profesionales, supermodelos o para estrellas de Hollywood.

A lo largo de tus años en los medios; la comunicación y el entretenimiento ha cambiado enormemente: por un lado, ahora se consume más series y películas en casa como nunca se había visto, y a su vez, el oficio de periodista cultural cada vez está más en peligro ¿a qué crees que se debe todo esto?

Porque se está moviendo todo online, se está moviendo todo en línea, lo que me parece que es un poco todo un error. La comunicación online (desde la comunicación política, hasta la económica, hasta la deportiva) se ha sofisticado tanto que al final uno solo lee lo que le interesa; ni siquiera lo que le interesa, uno ve lo que ya ha visto, las de “si te gustó tal, te gustará la cual”. Eso es una manera muy cómoda de consumir las cosas, tanto el entretenimiento como la cultura (y aquí habría también que ver dónde empieza uno y donde acaba el otro).

El otro día hablaba con una amiga que decía que al final los periódicos de papel te daban una jerarquía, todo el mundo estaba viendo el mismo periódico. Había alguien que se había responsabilizado a poner orden a las cosas, estuvieras de acuerdo o no de acuerdo con él, pero había alguien que había generado una jerarquía. Esto primero te quita responsabilidades y luego te ordena bastante la cabeza, y ahora la comunicación va por otro sitio.

Un ejemplo es la carrera a los Oscars de este año. Yo esta mañana he hecho la sección de radio con gente mucho más joven que yo, y no es que me haya visto en la obligación de tener que explicar quiénes son determinadas personas, pero entiendo que una persona de 20 años a lo mejor no sabe quién es Sam Mendes o no tenga tan localizado a Todd Field. Nombres que ahora nos parecen como “café para muy cafeteros”, pero que hace unos años habrían sido relativamente importantes. Entonces eso se transmite, por supuesto, en los programas de radio, de televisión, …

Pero yo tengo la esperanza de que, como en todas buenas decadencias, hay un resurgimiento.

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Y a nivel personal, con este cambio de que todo se vuelve online, ¿te has asustado en algún momento?

Yo siempre he trabajado básicamente en el digital, yo he hecho muy poco papel. Como venía del mundo de los blogs y de las webs, a mí no me pareció grosero no escribir en papel y, de hecho, durante los primeros años, cada vez que me publicaran algo en el papel era como que lo compraba y recortaba porque en mi cabeza era como más importante, como más de verdad.

Como te digo, este cambio no me ha molestado especialmente, me ha fastidiado la deriva de las revistas. Aquí distinguiría entre diarios y revistas, sobre todo revistas de estilo de vida; porque yo creo en ellas como concepto, como medio de información, como una manera de entretenerse, informarse e incluso soñar. Ahí sí que tuve una temporada que trabajé mucho para este tipo de publicaciones y ahí sí que vi la decadencia.

Por eso yo siempre digo que he vivido esta “vida pirata”. Yo no he vivido en una redacción donde los números de distribución de unidades físicas va disminuyendo, y, por otro lado, tampoco he tenido la pantalla del “SEO” de lo que está pinchando la gente en cada momento sobre “con que hay que alimentar”. He estado completamente ajeno a eso, soy un privilegiado.

Ahora, yo sé que hay mucha gente que vive de ello y he visto que lo viven como un drama, como si se acabara el mundo.

Has explicado que tú empezaste en un blog, que luego te contrataron en un web, y ahora en la actualidad se te puede ver en radio, tele y otros medios. ¿Tú ves, poniéndome de ejemplo a mí mismo (como miles de personas que lo hacen), como un problema que cualquiera pueda estar escribiendo y opinando sobre series, películas y otros aspectos de los que tú hablas en tu trabajo? 

Es que me parece que está superbién. Es decir, llevamos unos días discutiendo sobre los famosos nepobabies, que, para mí, todo lo que sea permitir el acceso desde el amateurismo a sitios relevantes y trabajos reales para hacerse incluso una carrera y un nombre a mí me parece fenomenal.

Yo hay una cosa con la últimamente he matizado mucho mi posicionamiento respecto a gente como Dulceida o como Ibai. Podemos hablar de teorías de la conspiración y de que les han ayudado y de las manos negras y tal y cual, pero yo creo que básicamente es gente que ha tenido talento y suerte, y que son la demostración de que cualquiera, para bien y para mal, puede llegar a ser Presidente de Estados Unidos, y me parece correcto.

Entiendo al señor que tiene su carrera de periodismo sacada en los 90 en la Complutense, que dice que el periodismo es esto y lo otro y etc. Entiendo que esa persona pueda ver banalizado su trabajo, pero lo entiendo si esa persona se dedica a cubrir una guerra y entonces mandan “un bloguero de guerras” o una “influencer de batallas”. Entiendo que esa persona diga “Ojo, el periodismo aquí se pierde por el camino”. ¿Pero en la crítica cultural? ¿Para hablar de películas? ¿Me podría decir alguien que está mal?

Muchas veces me han explicado lo de que “esta persona está preparada”, “está formada de tal” y similar. Lo que es, es más mayor y tiene más experiencia.

Te puedo poner ejemplos, y lo he puesto muchísimas veces, de gente superbrillante escribiendo con un punto de vista muy específico sobre cine, sobre tele y sobre la vida; una habilidad que ya tenían antes y que simplemente encontraron la oportunidad. Algunos son amigos míos: Paloma Rando, que ahora es una de las columnistas estrellas de El País, es amiga mía desde hace muchos años y ella no tenía previsto ser columnista, pero alguien dijo “esta tiene un universo propio y tiene una manera de expresarse y lo expresa bien”. Juan Sanguino era profesor de inglés y a mí Juan Sanguino me parece el gran perfilador de la cultura actual, creo que es una persona que tiene una visión sobre la cultura pop muy propia, con la que puedes estar de acuerdo o no, pero que consigue que te leas sus textos por el puro gozo de leerlo.

¿Me va a venir alguien con la carrera de periodismo a invalidarme a mí, a Paloma o a Juan?

Ya me has dicho que no tienes miedo a la competencia online, pero… ¿Se puede hacer amistades en el mundo de crítica o del periodismo en general?

Por supuesto. Hay mucha, mucha, mucha mística en esto. Sobre los periodistas, los malos genios, las competencias, … Fíjate, a mí una cosa que me pasa últimamente mucho es que de repente alguien me dice “que guay que de repente has retwitteado una cosa de El País”. A mí la entrevista que le hace Luz a Sánchez Mellado, a Leticia Sabater, … Me parece la puta maravilla, ¿por qué no lo voy a hacer? También es verdad que a mí me han contado muchas historias de gente que se lleva muy mal.

Una vez Raquel Crisóstomo, que trabaja en la Universidad Internacional de Cataluña y que ha escrito muchísimo sobre series, montaba un simposio en su Universidad y me dijo “dime a quién no puedo sentar con quien para comer que no se soporten”. Y dije “que yo sepa no pasa nada de eso”.

A ver, yo igual soy una excepción, pero yo creo que tengo buenos amigos: Juan es buen amigo, Paloma es buena amiga, Isabel Vázquez es mi hermana prácticamente, … Igual he tenido suerte, pero creo que en el momento en que no estás haciendo exclusivas, por ejemplo, o en el momento que sabes cómo funciona el sistema jerárquico (por ejemplo, yo sé que no le puedo quitar una entrevista a Juan porque él trabaja para El País y yo trabajo para El Mundo; y el orden es primero El País y luego El Mundo) no se dan estos conflictos.

También te digo, yo me muevo más con los “arribistas” (los que venimos de la nada) que con los periodistas de raza que les parece que esto es un arte que se está perdiendo; pero luego con ellos también me llevo bien.

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Me hace mucha gracia porque en tu biografía de Twitter tienes puesto “me pagan por opinar”, que es algo que es como la crítica negativa por antonomasia que se hace siempre a los periodistas de vuestro gremio; como si fuera algo fácil. Entonces luego me fijo en ti, y veo que estás en la radio en Radio Nacional Española, sales en La Sexta con Zapeando, escribes para El Mundo, también colaboras con Movistar, has creado tu podcast (dos en concreto), etc. Entonces, ¿todo esto es por placer, por la necesidad que tienes tú de probar nuevos medios o por necesidad de ingresos? 

Es una mezcla de todo. Por ejemplo: El otro día hice en Radio Nacional con Xavi el programa de la lotería, dime tú qué sentido tiene. Pero es que yo, si algo no lo he hecho, lo quiero hacer. Luego si lo he hecho, ya la segunda vez tal vez te digo que igual no lo hago (se ríe).

Luego es verdad que, dentro de lo que yo participo, hay una cosa que me puede gustar más o me puede gustar menos. También es verdad que a veces me han “acusado” de ser uno de los responsables del culto a la personalidad en los medios de comunicación españoles, que es una cosa muy habitual. Las firmas han pasado a ser personalidades, ya no solo eres una firma que la gente reconoce; ahora saben qué cara tienes, como hablas, lo que te interesa, … Incluso puede ocurrir que, no solo es que te paguen por opinar, sino que es que te paguen por opinar cosas que tu lector ya sabía que opinabas o se podía imaginar.

Es verdad que cuando yo digo “me pagan por opinar” reconozco que no sé hacer otras cosas o que no estoy informado de otras cosas; pero que hay determinadas cosas sobre las que estoy, sino muy informado, al menos más leído que tú. Es un poco lo que decía ese crítico americano de “ya la he visto yo, para que tú no la tengas que ver” pero llevado un poco al extremo.

A mí antes me ha dicho que me pagan por ver la tele. Si me pagaran por ver la tele pondría el taxímetro con la pantalla, y no es así, es más complicado que eso.

Evidentemente siempre hay alguien que sabe más que tú de algo y que no trabaja en un medio de comunicación y que le haría mucha ilusión que le pagaran por opinar; pero una cosa es que tú tengas una opinión y otra cosa es que además la puedas escribir con relativa coherencia y que la entregues a tiempo (que si hay algo de lo que estoy superorgulloso es de que soy superrápido entregando las cosas).

Opinar es solamente una pequeña parte. Vuelvo a citar otra vez a Juan: Juan opina muchísimo, pero Juan llena sus artículos de mogollón de referencias y de quotes de entrevistas y notas, que deben ser de la Deep Web.

También te digo, ese opinar va enfocado a temas “inocuos”, por decirlo de alguna manera, aunque también haya mucho debate en ello. Por ejemplo, con Wakanda Forever o con Smile, que son una película y una serie de entretenimiento, a mí me sirve para abrir determinados debates sobre la representación o sobre racismo, pero de ahí no más.

Una de las cosas de las que yo no me siento capacitado para opinar sobre todo es política, pero, por otro lado, hay gente que opina sobre política que claramente no está capacitada. Yo ahí el “me pagan por opinar” sí le pondría el límite.

¿Y qué consejo le darías a alguien que quiere dedicarse a esto?

Que lea y que escriba. Al final todo acaba en escribir, tanto si haces tele como si haces radio como si haces escrito; todo acaba en escribir. Saber escribir es fundamental, saber leer es fundamental, entender un texto es fundamental, estructurar un texto es fundamental. Al final es eso.

Un ejemplo de ello es Maruja Torres. Maruja Torres para mí era como hablar con Dios, porque es alguien a la cual yo le he leído crónicas desde Beirut. A mi Beirut me interesa cero, nada, y las capitales latinoamericanas de verdad que son muy bonitas, pero no me interesan nada. Ahora, me interesa muchísimo que escribe y cómo escribe Maruja.

Escribir bien es fundamental, porque si no escribes bien pasarán cosas como que no te editan los textos. Mi único superpoder, o mi súper TOC (se ríe), es que, si tú me dices que te haga un texto de 3422 caracteres, yo te voy a dar 3422 caracteres. Y cómo me digas que eran con espacios, yo lo doy con espacios, te lo rehago perfecto.

Y esto pueden ser técnicas que pueden venir de ser autodidacta o puedes haberlas aprendido más formalmente, pero son importantes.

Ah, y otra cosa: lo que no sabes hacer, admite que no sabes hacerlo. Aprenderlo o no lo aprendas, pero fundamentalmente admite que no sabes hacerlo en ese momento. Lo que sí sepas hacer reconócelo, poténcialo y estúdialo para que se te dé mejor que nadie; porque no hay nada más bonito que cuándo hay que organizarse el trabajo decir “yo esto no sé hacerlo, hazlo tú” o “tranquilo que esto está controlado”.

Por ejemplo, ahora trabajo en Zapeando, trabajo con muchos cómicos. Yo a la conclusión que he llegado es que yo puedo escribir un monólogo cómico, pero creo que no lo sé “performar” y que no sé leer a la gente porque no sé reaccionar en directo.

Año tras año, la cantidad de pelis y series que ves debe ser un número absolutamente estratosférico y da la sensación que ahora las películas son consideradas en la mayoría todas malas, mientras que las series ahora son consideradas casi todas buenísimas. ¿Esto es una realidad?

Es raro, yo creo que tiene que ver también con que todo el mundo ve series y cada vez menos gente ve las películas. También te digo, creo que realmente el consumo que se ha visto perjudicado por la cantidad de contenido en pantallas que tenemos es la lectura. Yo mismo leo cada vez menos y escucho a mucha gente decir que cada vez lee menos. ¿Puede pasarle eso al cine?

No sé hasta qué punto eso es verdad. También es verdad que el cine más popular cada vez es más banal, puede ser muy entretenido, no voy a entrar a ahí, pero creo que es incuestionable que Avatar 2 es una película que no tiene ningún valor narrativo, es un parque de atracciones al que entras a disfrutar. Tú ves las películas que ganaban los Oscar hace años a mejor película y eran películas adultas importantes. Como decía Syndey Lumet “salías conociéndote mejor a ti mismo y a los demás”, que es un poco pasarse de vueltas, pero sí que hay esa sensación de que el cine ya no hace esas cosas.

De hecho, las películas que pueden estar nominadas a los Oscars, desde Babylon hasta Los Fabelman, tienen un punto de falsas películas importantes, por qué les falta ese punto que podríamos decir considerar “adulto”, y las series ahí es verdad que en muchas ocasiones han recogido eso que las películas no nos estaban dando. Las series tienen más tiempo para el desarrollo de personajes (en cine tienes que comprimirlo, tienes que cortar una idea, no puedes contar a un personaje; tienes que contar una trama, una idea, un concepto). Eso las ha beneficiado muchísimo, y a lo mejor no es que sean mejores en comparación con el cine, pero permiten otros aspectos como los personajes contradictorios (que en el cine también los hay, pero con menos tiempos para profundizar).

Que ojo, también hay series que son puro entretenimiento, una Casa de papel o un Juego del Calamar, por ejemplo. Una cosa no quita la otra.

También es verdad que ese cine realmente bueno no está llegando porque el cine se ha polarizado. A tope con James Cameron que da de comer a muchas personas, pero es desolador ver algunos multicines… Que dan ganas de ir a esa película que está al final de la lista de las salas, sea la que sea. Y precisamente, a los Oscars suelen ir las películas que resisten ese tipo de cine, y la sensación que queda es de “¿estas películas cuando se han estrenado? Estas películas no existen”. Pues son películas que sí existirían y que serían masivas si no tuviéramos esa avalancha de ese tipo de cine, con el cual no me meto.

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Se habla mucho de que Marvel, o ahora Avatar, se está cargando el cine. Pero son películas que llenan las salas. Entonces, ¿este tipo de películas se están cargando el cine a nivel de “cultura cinematográfica” o en un nivel más amplio y general? ¿Tu cómo ves el eterno debate actual?

¿Se está cargando el cine en la película que lleva a la gente al cine? Estamos en un debate tan de pijas… Porque dices, es que si vives en una ciudad de 200.000 habitantes, no hay más películas que Avatar. ¿Cómo le vas a decir a esta persona eso? Es que te dirá “no, yo lo intento, de verdad, yo quiero ir a ver cine”. Lo que sí que hay es un problema de distribución de llegada de las películas.

Es un tema muy, muy, muy complejo. Hay muchas teorías sobre que va a pasar con las salas de cine… hace unos meses se rumoreaba que Disney iba a comprar muchas salas de cine y las iba a convertir en lo que ya son un poco, pequeños parques temáticos Disney… Bueno, pues habrá que ir viendo en que queda todo. Luego pasa una cosa que no se nos puede olvidar, y es que las pantallas domésticas son cada vez más grandes y tienen mejor calidad.

Yo he visto en la pantalla de mi casa, y no es las más grandes, cine clásico, y la sensación es de “ostia, por fin veo esta película como se planteó para ser vista”. Que es verdad que la tentación de hacer pausas, la tentación de mirar el teléfono, … Que también te digo, yo voy mucho al cine y la tentación de mirar al teléfono a la gente se la suda.

Que, por otro lado, cuando cada vez veo cines que intentan de una manera casi antisistema potenciar eso, por ejemplo, Phenomena, proyectando cosas antiguas o buscando copias buenas de películas clásicas, pienso “bueno, a lo mejor ese es el sistema”. Es decir, al final los cines se van a quedar convertidos en museos. A mí me parece interesante lo que puede pasar con las salas de cine.

También te digo, este año he sido jurado en el festival de Valladolid y he visto a muchísima gente de Valladolid yendo a ver películas de autor porque eran las que les ponía el festival. Otro ejemplo de festivales con participación del público es Sitges. Si tú vas un año al festival de Sitges, la última sensación que te queda es que el cine se está muriendo.

Será interesante ver cómo avanza, pero hay muchísimo de clasismo en esos argumentos. O sea, pudiendo elegir entre los cines Balmes, los Verdi y los Cinesa; es muy fácil decir que el cine se muere y que vayan al cine.

Dejando de lado el tema de la importancia que tienen en la sociedad los cines, las películas y las series; una cosa que sí que me da la sensación es que la imagen que conocíamos como las estrellas, se está perdiendo. No sé si es porque las generaciones nuevas que aparecen no importan o está vinculado al deterioro de las películas…

No, es el concepto en general. El “star system” ha saltado varias veces algo de la historia. Primero, porque era un concepto inventado, o sea, las estrellas no se llaman estrellas, se llaman estrellas porque los estudios en los años 30 las vendieron como tales, es un concepto artificial. Está basado en gran parte en el misterio, en fabricar personajes que no son reales, que se parecen a veces a la persona real, pero no tienen por qué ser real. Alguien que no podía ser tu vecino de la puerta de al lado. Y eso se fue perdiendo con el paso del tiempo, se fue perdiendo el misterio.

La televisión luego vino a ocupar eso y dijo “también hay una manera de que hacer que la gente que puede ser tu vecino sea famosa”, pero eso es ser otro tipo de estrella.

Entonces, se ha perdido muchísimo el misterio, la fascinación por las estrellas… Excepto las que tienen todavía atributos que consideramos sobrenaturales. Voy a poner un ejemplo: Margot Robbie. Robbie tiene ese tipo de belleza que entiendes que no puede estar sirviendo donuts en una cafetería, aunque luego vayas a Los Ángeles y hay miles de Margots Robbies poniendo donuts en cafeterías. Pero ella es esa idea de gente que pueda llevar gente al cine, estrellas a las que queramos ver.

Este año ha pasado una película que se ha metido una hostia bastante tocha que es Bros, una comedia romántica. ¿Por qué se ha metido una hostia? ¿Por qué es una película sobre homosexuales? No, porque son dos personas a las que nadie reconoce. Tú pones una película de homosexuales que son George Clooney y Colin Firth y, a ver, se puede hostiar también, pero tu madre la va a ver y te dice “he visto la película esa en la que en la que George Clooney es gay y es muy graciosa”. Ahí sí que hay, en las comedias románticas, donde se ve que las estrellas siguen existiendo.

Es verdad que el cine perdió mucho de esto con las redes sociales, ya que las redes sociales era una manera de cargarse los intermediarios, pero los intermediarios eran los que muchas veces hacían la magia. Mira a Tom Cruise, cada vez que lo vemos sentimos que es una de las últimas estrellas; una estrella que vivió en el mundo anterior y ahora ha tenido que reciclarse a este. Entre que Tom Cruise no tiene Instagram, y que lo único que vemos del él es como salta en la nueva Misión Imposible (en la que evidentemente todos sabemos que Tom Cruise va a morir porque no usa ningún especialista), sentimos que es auténtico, que solo hay uno.

La idea de que son únicos, de que son especiales, eso es ser una estrella. Ahora sabemos la realidad y ficción de todo el mundo. Yo estoy hasta los huevos de ver a Chris Hemsworth haciendo abdominales, yo nunca vi a Schwarzenegger haciendo abdominales. O sea, era verle y pensar que venía del Olimpo, no que venía de un gimnasio con un entrenador. Esa es la diferencia.

Otro ejemplo es que incluso el brillo de estrella de Robert Downey Junior, que lo tiene, se ha convertido en nada porque está dentro de Iron Man. O casos curiosos como Hugh Jackman, que ha decidido ser una estrella que no es la que quería ser. En el mundo anterior sería una superestrella de los musicales, pero ¿qué pasa? Uno, que no hay musicales, y dos, que para el 90% de la gente El Gran Showman es Lobezno bailando.

Ahí puedes encontrarte con casos como la movida de Disney con Viuda Negra, donde el argumento de Disney era “la gente no ha venido a ver a Scarlett, la gente ha venido a ver a Viuda Negra”. Ahí había debate, porque en mi caso yo digo “No, yo otra película de Marvel la podía ir a ver porque me interesa el personaje, pero una película de Scarlett Johansson la voy a ver por ella”. Pero si he visto Ghost in the Shell, que me vas a contar.

O sea, yo creo todavía en esas estrellas, y creo que mucha gente todavía cree en ellas. Fíjate este año con la comedia romántica de Julia Roberts y George Clooney, que hacen que son expareja y van a la boda de su hija y no sé qué no sé cuántos; nadie sabe cómo se llama, porque todo el mundo la llama “la película de George Clooney y Julia Roberts”. ¡Porque ahí todavía hay ese brillo!

Por eso yo creo que ahora hay esa obsesión, que tú la notarás como joven y la gente de mi generación, por Sharon Stone, Barbara Streissand, Clint Eastwood, … por los que quedan. Porque ese es un mundo que se muere.

¿Con qué frecuencia ve Alberto Rey una película o una serie por placer y no por trabajo?

La gran mayoría las veo por placer. Nadie se lee todos los libros, ni se escucha todos los discos, ni nadie se ve todas las películas y las series que hay. Al final hay muy pocas cosas que vea que de las que no escriba. Yo solamente escribo sobre cosas que me interesan a mí, sobre cosas que no me interesan a mí, pero creo que le pueden interesar a mucha gente, y sobre fenómenos incontestables que me guste o no me guste, yo me dedico a esto y tengo que ser de utilidad.

Es decir, no puedo no ver Elite, no puedo no ver Emily en Paris, no puedo no ver Dahmer, no puedo no ver Autodefensa, … Es decir, entiendo que ahí hay que estar, pero no me dedico a trillar el mercado.

Aparte es que, todo lo que decía antes de la inmediatez y tal y cual, yo en eso también me tranquilizo y digo “si no la sacamos el día del estreno, la sacamos pasado mañana”. También veo más cine, porque el cine me interesa más que las series, porque la series te ocupan muchísimo más que el cine. En lo que ves una serie ves siete películas.

Me preguntan mucho “¿cuántas horas estás delante de la pantalla al día?”, pues bastantes, pero no más que las que pasa el español medio o el europeo medio delante de la tele.

Al final el criterio no es “lo veo todo y cribo después”, yo cribo antes y veo después.

Por ejemplo, The Witcher: Origins lo más probable es que no vea ni un minuto. Excepto si de repente me hace un Gambito de dama. Si me hace un Gambito de dama, pues habrá que verla.

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De todas las entrevistas que has hecho a lo largo de tu carrera, ¿hay alguna entrevista que recuerdas memorable o que tengas un gran recuerdo de ella? ¿Ha habido alguna con la que pensaras “tierra trágame”?

Bueno, es que hay gente que es interesante y hay gente que no. En el mundo los performers, sobre todo de los de los actores, tendemos a darles crédito creativo y muchos actores no son más que un buen medio para contar una historia. Que no quiere decir que sean tontos, pero no necesariamente son interesantes. Creo que es una costumbre horrible la que se nos ha metido desde hace unos años de pretender que alguien por el simple hecho de ser famoso, su opinión es relevante, entonces creo que ahí se han metido muchas patas.

No vamos a decir tampoco quién no nos gusta, pero sí que no me ha gustado genéricamente entrevistas con autores que no tenían demasiado que contar y que yo les ponían en situaciones que no tenían demasiado sentido; y a la vez con actores que sí tenían mucho que contar, pero que no estábamos entendiendo la dinámica de una entrevista promocional con las restricciones de tiempo que tiene el contenido y que nos teníamos que ceñir a la película o la serie de turno.

Me ha pasado mucho con la gente de vestuario, e incluso con los efectos especiales, que de repente dices “aquí hay gente que sabe contar historias”. Tú hablas, por ejemplo, con la directora de vestuario de Juegos de Tronos, y entiendes que ella es una parte absolutamente fundamental de la serie, y entiendes que hasta que Lena Hadey no se vio vestida con un vestido que realmente era una armadura, no dijo “ahora lo entiendo, ahora entiendo lo que le pasa a Cersei Lannister, y porque no se fía de nadie”.

Cuando vas, sobre todo a junkets promocionales, entrevistas como a todo el mundo durante lo que las estrellas están disponibles y a ti te ponen mucha gente por delante. Recuerdo entrevistas realmente divertidas, superinteresantes y superreveladoras; como por ejemplo la de la serie sobre Hannibal Lecter, Hannibal. Entreviste a la que diseñaba la comida, que era una coreana divina, Janice Poon, que con esas imágenes de la comida que comía Lecter se construía mucho el personaje. De hecho, la entrevisté a ella y al director de vestuario y llega un momento que dices “mira, Mads, tú aquí has venido a mesa puesta”.

Luego también están las entrevistas a actores currantes, es decir, actores que saben que no son estrellas, que saben que están hechos para que para canalizar el brillo de otra estrella. Es un perfil superinteresante. Por ejemplo, James Gondolfini o Eddie Falco eran esos actores, y al final se acaban convirtiendo en Tony y Carmela Soprano y luego han tenido un recorrido de superestrellas.

También he disfrutado de una manera un poco extraña una entrevista que hice a Aaron Paul, para la película sobre Breaking Bad, y me dio la sensación de que un poco alguien que no acaba de entender lo que está pasando. De hecho, se ha visto que no sabía que estaba pasando y que eso era muy difícil para él de capitalizar y que nadie le explicó, como parece ser que sí que le explicaron a Gondolfini o Bryan Cranston de “ahora tranquilidad, ya está hecho, este es el papel de tu vida, estos son tus Emmys; ahora hacer teatro de calidad, hacer cositas con Sorkin y tal, pero olvídate de que vuelvan a considerarte un leading man para un proyecto grande, porque siempre vas a hacer de Jessie”.

Era interesante en el sentido de ¿cómo es que no lo tenía claro? Yo pensaba “¿tan difícil es que yo desde España, un señor que está adelante un Mac, lo veo con mucha más claridad que tú?”.

¿Qué títulos es imprescindible para cualquier persona? Y, por el contrario, ¿qué no recomendarías ni a tu peor enemigo?

Yo no recomiendo ni a mi enemigo Avatar 2. Creo que es un tordo, me parece muy bien que exista, que salve los cines, pero me parece una cosa aburridísima que podría durar 15 minutos. Me parece una película que sería perfecta para que la pusieran en el IMAX de Disney World en Los Ángeles, y cuando tengas amigos que vuelvan de Los Ángeles te digan “si vas a Los Ángeles, no te puedes perder la película” de manera que tenga realmente sentido como experiencia.

Película que yo recomendaría… es que claro, tengo 1000 millones de películas y cada día es una, porque además últimamente, como si no tuviera cosas que ver, me dedico a recuperar películas que hacía tiempo que no veía o películas que realmente crees que las has visto y luego resulta que no o aquella que has visto mil veces… Yo qué sé, cuántas veces habré visto Las amistades peligrosas, Crash de Cronenberg, …

Pero mira, el otro día vi Crímenes del futuro y la vi una película tan “¿pero esto quién lo ha pagado?”. Yo mismo me ponía del lado de la gente que quiere matar el cine diciendo “pero David, que esto lo ha pagado a alguien, tío, le tendrás que ver algún tipo de retorno a una película”. Me pareció tan refrescante, a la vez tan insultante, a la vez tan película que claramente no quiere tener público… Es muy difícil de entender y cuando lo has entendido, dices “es que no es para tanto”.

Al final es como una ocurrencia, o sea es un “tengo una ocurrencia, Vigo me ha dicho que sí, Lea me ha dicho que sí y me han dado 40 millones. Y Kristen me ha dicho que sí para hacer un personaje que es una parodia”.

¿Pero esta es la que recomendarías?

Pues yo la recomendaría porque es ese tipo de cine que está hecho sin esperar nada a cambio. Y me molo que todavía hubiera hueco para este tipo de películas.

Que luego el otro día me dijeron que no había funcionado mal en taquilla y que se había vendido fenomenal a plataformas, con lo cual Cronenberg todavía había ganado dinero con esta película.

Es que yo ese momento de Vigo Mortensen en la silla meneándose porque no sabe tragar o todo el concepto de la peli en que te lo tienen que soltar todo a bocajarro en la oficina del registro de los órganos y entonces el señor dice “si somos esto, nos dedicamos a esto, porque en el mundo pasa esto y aquello y nos aquí”. Ahí dices, “vale, sobre explicativo, pero thank you

Y que, aun así, y eso me gusta mucho, tiene una historia. La historia está muy por debajo, y te parece que no va a ser importante, que es “acabamos de aprender a comer plástico, lo que va a ser la salvación de la humanidad”. Una historia que está ahí y que funciona.

Hasta aquí la tercera entrega de «Entrevistas de película«. Muchísimas gracias a Alberto Rey por su tiempo, por su dedicación y por su trabajo. Hasta la siguiente…

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