Seguimos este Mes del Libro dedicando estos posts especiales a algunos de los autores cuyas obras os recomendamos en nuestro blog. Hoy le llega el turno a Dajalin Pérez Quintana, autora de Última historia de Nuoje. Libro de la primera estación, cuya reseña podéis leer aquí. En 2020 publicó su segundo libro, La abuela María y el único soltero. Un libro de no ficción en el que explica una parte de la historia de su familia. Pero dejemos que sea ella misma la que se presente.
Muchas gracias por acceder a esta entrevista. Es un inmenso placer poder conocerte un poco mejor. ¿Qué puedes contarnos sobre ti, Dajalin?
Soy cubana, pero vivo en Cataluña desde hace casi 16 años. Cuando era joven dudé entre estudiar Psicología o Filología (el idioma daba igual). Empecé Psicología en el 92 y acabé graduándome en el 97 –“Todo lo que empiezo, lo acabo” será mi epitafio-, de modo que actualmente ejerzo tan magnífica profesión dentro y fuera de las horas de trabajo.
Dentro de cuatro años habré cumplido los 50. Para entonces espero estar viviendo en una casita de campo en el Bages.
Me siento feliz rodeada de naturaleza. Incluso me siento feliz solo estando cerca. Supongo que eso se debe a que viví mis primeros años en un pueblito perdido en medio de ninguna parte. Jugaba con las plantas, con todo tipo de bichos y hablaba sola -lo cual explica ahora muchas cosas-. Una muestra de ello es que soy una persona casera y me siento a gusto realizando actividades en las que no sea necesario interactuar demasiado, como leer, ir al cine, al teatro, hacer excursionismo y tener gatos. Resumiendo: el confinamiento perimetral es mi estado original. Sin embargo, tuve suerte al haberme criado en una familia grande, escandalosa y desconocedora del concepto de espacio personal, resultando de esto que desarrollé vastísimas habilidades sociales que evitaron que me transformara en una ermitaña, aunque en algunos momentos he estado a punto de convertirme a la misantropía.
Las causas perdidas y las injusticias, valga en ocasiones la redundancia, me despojan de la poca confianza que tengo en la humanidad. Después me voy a zumba y se me pasa. Cada cual ha de poner en práctica los mecanismos de defensa que le funcionan.
Y, para finalizar mi respuesta, otros datos relevantes sobre mí: soy vegetariana (la mayor parte del tiempo), ecologista, me gusta la música, hablo rápido –mi familia hablaba tanto que debía decir las cosas de prisa para poder intervenir y así he quedado-, practiqué kung fu en otra vida, me gusta el comino y el papel higiénico se pone colgando hacia fuera.
¡Esto sí que es una buena carta de presentación! Y dinos, ¿qué te inspiró a escribir?
Leer.
Directa y al grano. Sin duda, es algo imprescindible. Y nos demuestra que eres una gran lectora. ¿Qué autores te influyeron a querer dedicarte a la escritura?
Mi padre y mi madre leían todo el tiempo cuando yo era niña y acabé desarrollando el gusto por la lectura incluso antes de ir a la escuela y aprender a leer y escribir. Leer para mí fue, desde el principio, parte de las horas de un día, como jugar, o dormir. De mis lecturas de infancia recuerdo especialmente a Emilio Salgari: El Corsario Negro, Sandokán… Pasaba las horas leyendo y me divertía hacer lo mismo que los personajes, hasta el punto que, si los personajes comían, yo comía. Aunque no tuviera hambre.
Fue en mi fase de lecturas románticas, sin embargo, cuando supe que quería escribir. Entre los 13 y los 14 años cayeron en mis manos las novelitas de Corín Tellado. Las devoraba. Al mismo tiempo, no obstante, me parecían tan simplonas que supe que si alguien podía escribir eso, yo también. Lo intenté: muchacha pobre conoce a hombre de mundo y rico. Un vergonzoso desastre. A partir de él, no obstante, comprendí que disfrutaba muchísimo en los ejercicios de redacción en la escuela. Las ganas de escribir se quedaron latentes en mí desde entonces y, aunque no decidí intentarlo hasta mucho más tarde, siempre fui capaz de reconocer los síntomas. Pero culpa de Corín Tellado, el género romántico se ha quedado en el último lugar de la lista. Como cuando comes demasiado pastel y quedas ahíta.
¿Qué obras te han servido como base para tus historias?
Muchísimas. Textos de mitología. Clásicos griegos como La Odisea. Los cuentos de Cortázar. Las novelas de Saramago. Tolkien, más el Silmarillion que El señor de los Anillos. Sinuhé, el egipcio, de Mika Waltari. Incluso el aburridísimo El paraíso perdido de Milton me dio ideas para construir el mundo de Nuoje. La literatura clásica, en general. Soy una lectora de clásicos. Estos textos me sirven de punto de partida, de inspiración. Me sirven para decirme: “Este es el tono que deseo”. Me sirven para no querer menos.
Grandes obras todas las que mencionas. En tu experiencia personal, ¿cuál es la parte más difícil a la hora de escribir una historia?
El segundo borrador. El primero prácticamente lo escribo para mí, me explico la historia, disfruto enlazando ideas y dándole sentido. Disfruto creando. La página en blanco solo fue un problema al principio, cuando creía que no podía escribir, que era imposible llenar el espacio de un párrafo con algo que tuviera sentido.
Ahora el problema es la página llena. El segundo borrador deja de ser mío y dejo de mirarlo con orgullo ciego. El texto me abandonará pronto y debe decir justamente lo que yo quiero. No busco que sea perfecto, no, la perfección es incompleta.
Esta es, para mí, la parte más difícil. Intento separarme del narrador o narradora para poder juzgar, intento leerme y reescribirme desde fuera. Necesito algo de frialdad para ver el texto un poco ajeno. Es esta la época de los lamentos, las frustraciones, el inconformismo y el Síndrome del ojo seco.
Del tercer, cuarto y quinto borrador (momentos en que me devuelven el texto mis lectoras y lectores cero) no hablaré. No deseo preocupar a nadie.
Podemos imaginarnos los nervios que genera ese momento. Hablemos un poco de tus personajes. ¿A cuál de ellos le guardas especial cariño?
A Aia Qia, sin duda alguna. Sé que así será siempre. Espero escribir más libros, pero sé que Aia Qia siempre será mi preferida. Crearla y explicar su historia me dio confianza para seguir escribiendo. Además, me divertí mucho conociéndola.
Algunas personas me han dicho que se parece a mí. Es algo que desde la primera página intenté que no ocurriera, pero ya se sabe que el subconsciente hace lo que quiere. Es cierto que, tal vez, habla un poco como yo, pero mi afecto por ella no es el de Narciso hacia la imagen del estanque.
El primer personaje creado siempre es especial. Cuéntanos, ¿estás trabajando en algo actualmente? ¿Podrías darnos un pequeño adelanto?
Estoy trabajando doblemente en algo. En la segunda parte de la “Ultima historia de Nuoje” y en una novela corta que aún no ha decidido qué camino seguirá. He descubierto que para descansar de un texto y poder ver la historia de una manera más amplia y sosegada, lo mejor que puedo hacer es trabajar en otro texto. Si no lo hago, aunque deje lo que escribo a un lado, no dejo de pensar en ello. Todo el tiempo. Me resulto insoportable a mí misma. La única manera de evitarlo es escribir otra cosa.
¿Y qué le dirías a alguien que está pensando en empezar en el mundo de la escritura?
Que empezar puede resultar difícil y frustrante, y hasta descorazonador. Me refiero a publicar. Así es como lo he vivido. Pero llega un momento en el que, si de verdad deseas escribir sin todo ese peso encima, debes olvidarte momentáneamente del reconocimiento y la aceptación ajenas. Tal vez nunca lleguen, o tal vez lleguen a medias. Es cierto que escribimos para que nos lean. Y también es cierto, al menos en mi caso y sabiéndome nada excepcional, que escribimos porque estamos hechos de letras.
Para empezar a escribir lo que funciona es escribir, y seguir escribiendo. Claro que, si alguien quiere empezar a escribir, le recomiendo leer. Leer, y seguir leyendo.
La mejor recomendación que se puede dar a alguien. ¿Qué género te gustaría explorar en un futuro?
No tengo ninguna predilección en especial. He aprendido a separar los libros por géneros siendo adulta y ha sido así porque a mi alrededor lo hacen. En la biblioteca de casa tenemos a Dickens junto a Bradbury. Me parece maravilloso que no nos importe.
Sin duda. Y dado que este mes está dedicado al libro, ¿qué título recomendarías?
Terrible. No sé qué decir. Me vienen docenas de libros a la cabeza. No consigo decidirme por ninguno…
Bien, decido. El año pasado, durante el confinamiento, me dediqué a releer y redescubrir textos de casa, la mayoría de ciencia ficción. La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. Le Guin. Y El fin de la infancia y Encuentro en Rama, de Arthur E. Clarke. Una vez acabados comprendí que no los había leído nunca y aún me pregunto por qué.