Russell Crowe dirige y protagoniza Poker Face, una historia de amistad, amor y respeto. Aunque el titulo podría engañar a muchos espectadores, lo cierto es que la película trata mucho más que simplemente una partida de cartas, aunque su desarrollo deja mucho que desear.
Poker Face sigue a Jake Foley (Crowe) que, junto con su mejor amigo Andrew (interpretado por RZA), aprovechó sus habilidades de póquer para abrir una empresa de juego. Como resultado, Jake es increíblemente rico. Tras muchos años sin verse, organiza un reencuentro con sus otros tres amigos de la infancia: Alex (Aden Young), Mike (Liam Hemsworth) y Paul (Steve Bastoni).
La película usa el póquer como símil de la vida humana, hecha de elecciones correctas e incorrectas, y de acciones que tomamos que afectan, lo queramos o no, a aquellos a nuestro alrededor. Poker Face nos obliga a reflexionar sobre el control que tenemos sobre nuestra vida o la ilusión del control. Todos jugamos las cartas que nos han tocado hasta que el juego termina.
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El guion, escrito por Crowe y Stephen M. Coates se toma su tiempo para ponerse manos a la obra, dando una primera media hora con únicamente Crowe en el foco y su voz en off poniéndonos un poco en situación. Tras esta primera parte, el resto de jugadores entran en acción y vamos conociendo un poco más el resto de tramas y subtramas a desarrollar. La ultima parte de la película se convierte en un thriller de acción con la típica batalla entre buenos y malos.
Desafortunadamente, a pesar de una premisa que podria ser interesante, le falta desarrollo, en especial de sus personajes. No sabemos casi nada de ellos, por lo que las historias que cuentan no significan nada para el espectador. Además el guion es bastante fluctuante y no se toma el tiempo suficiente para llevar al espectador adonde realmente debería.
Poker Face es una película que se resiste a revelar su mano, no porque esté esperando sorprender a los espectadores, sino porque parece que no quiere que nadie vea lo poco que tiene para ofrecer.
