Jason Statham regresa a la gran pantalla haciendo lo que mejor sabe en la nueva película del director Guy Ritchie. Operación Fortune: el gran engaño es un ligero y entretenido thriller de acción que sabe exactamente lo que es y ofrece todo lo que su público quiere. Si bien no hay nada particularmente innovador u original en esta comedia de espionaje, su elenco en conjunto se eleva por encima de un guion genérico para crear una trama divertida que es innegablemente entretenida y satisfactoria.
Tipo duro y caos absurdo
Statham interpreta a Orson Fortune, un espía independiente que constantemente es requerido en secreto por el gobierno británico para las operaciones que prefieren mantener fuera de los archivos. Bajo la dirección del operativo del MI6 Nathan Jasmine (Cary Elwes), la última tarea de Fortune consiste en evitar que una pieza potencialmente peligrosa de tecnología robada caiga en las manos equivocadas. Jasmine cree que el identificador está actualmente en posesión del nefasto comerciante de armas del mercado negro Greg Simmonds (Hugh Grant), que está buscando venderlo a una organización terrorista ucraniana por unos pocos miles de millones de dólares.
Hay muchas piezas que poner en su lugar antes de que Operación Fortune: el gran engaño pueda despegar, lo que deja un primer acto lento y quizá más aburrido para la audiencia. Ritchie busca dar algo de profundidad a sus personajes y trama antes de centrarse en el caos absurdo que todos sabemos que se avecina. Una vez que Ritchie tiene a todos sus jugadores en el escenario, la diversión comienza.
Las escenas de acción, si bien están correctamente elaboradas y las secuencias de lucha bien coreografiadas, no están a la misma altura que la de otras franquicias conocidas del mismo género. Ritchie prefiere centrarse en la parte cómica de su guion y en el talento de su impresionante elenco para compensar su puesta en escena.
Un elenco de altura
Statham no sorprende en su ya habitual traje de macarra de buen temperamento que apenas suda mientras despacha a quien se interpone en su camino. Aubrey Plaza está perfectamente elegida como la sarcástica femme fatale ingeniosa. Josh Hartnett también juega bien su papel de celebridad insegura y petulante cuya vanidad es fácilmente manipulada por cualquiera a su alrededor. Pero, sin duda, es Hugh Grant quien luce como el tipo malo de la cinta. Sus escenas ofrecen los mejores momentos de la película. Y, como siempre, es un placer ver a Grant ir a lo grande y aterrizar con elegancia siempre.
Con Operación Fortune: el gran engaño, obtienes exactamente lo que esperas. Aunque carece de originalidad, te aporta un buen momento de evasión en el cine gracias a la acción, sus puntos cómicos y los diferentes escenarios y personajes variopintos. Es la misma fórmula de Ritchie que hemos visto en sus películas más recientes y funciona mejor cuando mantienes tus expectativas bajas. Sin nada más, esta comedia de espías firmemente elaborada te satisfará si buscas algo ligero y sin pretensiones.