Dirigida por Michel Franco, Nuevo Orden nos sitúa en una boda de alta alcurnia en México. Sin embargo, lo que iba a ser un día de celebración se convierte en una pesadilla para todos los asistentes. Una revuelta en la ciudad llega a la casa y todo deriva en una lucha entre clases que deriva en un violento golpe de estado.
La historia la vemos a través de los ojos de la joven prometida y de los sirvientes que trabajan para su familia. Lo más fascinante de esta película es que no es tanto una fantasía del director, como un posible presagio al que asistimos sin poder hacer nada. Somos testigos del derrumbe de un sistema político y del nacimiento de un desgarrador nuevo reemplazo. Al mismo tiempo que te destripa con lo peor de la naturaleza humana, pero dentro de una escala sociopolítica mayor.
Y respecto a las formas, a como está realizada la película, sigue este mismo enfoque. El seguimiento de la cámara en ocasiones es como si fuéramos un espectador en directo a lo que sucede. Es en esos momentos, los mas duros de la cinta, donde asistimos al despliegue de crueldad.
Nuevo Orden nos ofrece una situación que te asusta por lo real que podría llegar a ser. Nunca conoces el objetivo del director, pero está claro que no te deja indiferente. No solo nos presenta las desigualdades de México, sino las cuestiones que se provocan ante esta situación donde los oprimidos se convierten en opresores. Y como la vida mismo, no hay blanco ni negro, ni buenos ni malos, sino un gran gris en el que todos nos movemos.
