Si querías volver a ver a Dylan O’Brien (El corredor del laberinto, Teen Wolf) corriendo por su propia supervivencia, no busques más. En De amor y monstruos (Love and Monsters), O’Brien deberá una vez más ser el más rápido si quiere salvar su vida.
Debido a las limitaciones causadas por la pandemia, en EEUU, Love and Monsters se lanzó directamente a formato digital y en algunos cines. Aquí en España nos ha llegado con más retraso y directamente a la plataforma Netflix. Sin embargo, a pesar de saltarse un estreno teatral más amplio, la película fue un éxito inesperado.
Love and Monsters trata sobre las dos cosas mencionadas en el título. El mundo ha sido devastado por monstruos y Joel Dawson (Dylan O’Brien) se encuentra atrapado en un búnker subterráneo con otros supervivientes. Después de una brecha en su refugio, Joel reflexiona sobre su mortalidad y decide que debería estar con Aimee (Jessica Henwick), el amor de su vida. Esto lo lleva a un viaje emocionante en el que se encuentra con un perro solitario, un par de supervivientes endurecidos pero sentimentales y montones de monstruos.
Love and Monsters tiene un héroe inseguro que está tratando de sobrevivir en un mundo donde todo trata de devorarlo. También es ingenioso y bastante neurótico, y eso lo vemos en la forma en que se enfrenta a los monstruos, donde usa su creatividad. Sin embargo, Love and Monsters se basa en gran medida en el sentimentalismo que enriquece la trama.
Los creadores, liderados por el director Michael Matthews, han plasmado un mundo extenso de estrambóticos monstruos y han logrado conectarlo con lo que es importante en una situación postapocalíptica: la humanidad. A lo largo de la película, Joel se gana la simpatía de otros supervivientes. Vemos una clara evolución en Joel. Pasa de ser alguien que se congela al ver monstruos, a alguien que lanza granadas a las bocas de ciempiés gigantes. Esto lleva a la película a tener un argumento más solido y que no sea solo una aventura romántica.
Los efectos visuales son buenos, quizá no tan cuidados como otras producciones similares. A pesar de todo, los monstruos se ven bastante realistas y las interacciones entre estos y el resto del entorno está bien trabajado.
El desarrollo de Love and Monsters también esta bien estructurado, ya que plantea varios temas que desarrolla de una manera diferente y refrescante. Un ejemplo de ello es el romance. Está planteado como un idealismo y, aunque sabemos lo que viene, se maneja de manera muy sutil, lo que lo hace fácil de digerir. En definitiva, el romance no es cursi ni entorpece una buena narración.
Lo bueno de la película es que, si bien la búsqueda de Joel por el amor romántico por Aimee es el punto de partida de la película, se ramifica en diferentes formas de amor: el amor por la familia y el amor por la naturaleza. Joel trabaja duro para recuperar lo que ha perdido y, en el camino, aprende que hay más para él y para el mundo.
Una aventura muy recomendable que tenéis disponible en Netflix.