Adaptación de la novela homónima de la autora australiana M.L. Stedman y protagonizada por Michael Fassbender, Alicia Vikander y Rachel Weisz. Una historia de cómo un matrimonio que vive en una isla -donde Fassbender es el farero – encuentra un bote en el que yace el cuerpo sin vida de un hombre y un bebé que llora amargamente esperando a ser salvado. Una vez en tierra, ambos deciden quedarse con la criatura sin informar a las autoridades. Pero la cosa se complica cuando tiempo después descubren que la madre del bebé está viva y continúa buscándolo.
La película presenta material dramático acompañado de dilemas morales y éticos, ingredientes que gustan al espectador. Sin embargo, no consiguen encajar tan bien como nos gustaría.
Química entre los personajes
Aunque las actuaciones son dignas de destacar (hay muy buena química entre la pareja protagonista), las interacciones entre ellos muchas veces carecen de diálogo, lo que crea escenas muy frías que no ayudan a empatizar con el personaje y sus circunstancias, a excepción de algún que otro momento. Nada destacable la música, puesto que no ayuda a armonizar escena con escena.
Algo a favor: la fotografía, que aunque no sea de lo mejor, nos regala unas vistas preciosas de amaneceres y atardeceres al lado del mar, con el faro como silencioso observador de nuestro encantamiento.
Como conclusión, un drama sencillo que no consigue encandilarnos ni remover del todo las emociones (aunque parece que a Fassbender y Vikander sí, que se han convertido en una de las parejitas del verano) y se desvanece entre las sombras sin apenas ser recordado.