Conocimos por primera vez al apuesto Gato con Botas (Antonio Banderas) en Shrek 2 (2004). Y en 2011 lo vimos por primera vez cabalgando en solitario en su propia película. En esta secuela titulada El Gato con Botas: el último deseo, este carismático personaje vuelve con antiguos y nuevos amigos en una nueva y brillante aventura.
El guion esta lleno de momentos divertidos, liderados principalmente por nuestro protagonista cuya interpretación por parte de Banderas sigue haciendo de él un personaje memorable. Pero sin duda, quien roba la pantalla es el pequeño perro de terapia con su positividad desenfrenada frente a todas las dificultades de la vida. En una película sobre gatos y perros animados, este entrañable personaje eleva el nivel de ternura que ya de por sí presenta la película.
La animación usada sin duda también es un punto a favor. Desde que la vimos en Spider-Man: Un nuevo universo fue una revolución en la forma de contar historias, y títulos como este se han beneficiado de ese estilo cómic, mezclando animación 3D con la tradicional. Y aunque quizá desoriente a algunos espectadores ese tipo de animación en algunas escenas, personalmente creo que le aporta un toque especial a la película, sobre todo en las escenas de acción, que se ven mucho más interesantes.
Pero si hay algo que quizá la diferencie del resto de películas de este universo es su trasfondo más emocional. Hay un matiz de oscuridad especialmente interesante en las escenas que involucran las interacciones del Gato con Botas con la figura del gran lobo feroz. Esta voluntad de profundizar un poco más en la crisis existencial del personaje son los mejores momentos del guion escrito por Paul Fisher y Tommy Sewerdlow. Este detalle también abre la puerta a que El último deseo abrace la oscuridad en otros aspectos clave de su historia. Hay mucha luminosidad en las escenas de la película, pero también hay un aura funesta constante en ella, incluso en sus escenas más tontas o cómicas. Así, el resultado es una cinta más madura de lo que parece.
El Gato con Botas: el último deseo puede que no sea una película de aventuras completamente redonda. Las motivaciones de los personajes no siempre tienen sentido, y la historia es predecible en muchas de las tramas que se presentan. Pero funciona bien como comedia familiar. La animación es brillante y ayuda a acelerar el ritmo de la aventura, haciéndola más frenética. Esta nueva película trae suficiente consigo para celebrar el regreso de nuestro héroe felino favorito.