Al llegar trotando, miro el cartel que hay hacia arriba. «Dungeons & Dragons«, anuncia con letras envejecidas y un crujir en su madera. Los juglares entorpecen el paso, distraen la mirada y hacen brotar las expectativas.
El redoble de tambores anuncia nuestra llegada. ¡Por fin! Comienza el espectáculo. Mis caderas, doloridas por el traqueteo de mi cojo corcel, encuentran calma en aquella butaca roja. El silencio, perfecta antesala de aquello que está llegar, es el pacto cómplice entre todos los asistentes. El entretenimiento está al altura. Vibra alto, te hace sentir como un niño. Solo en el momento de marcharme, se me ocurre mirar en mis bolsillos. Nada. No hay nada. ¡Me han robado! Pero al suspirar con una mueca entre mis labios, decido marcharme. Porque tal vez se han llevado mi oro, pero me han dejado una aventura que tardaré en olvidar. Una aventura como las de antes. Porque sí, a veces hay honor entre ladrones. Porque sí, a veces hay aventuras de verdad entre sopores.
Sus queridas mercedes, sean bienvenidas a nuestras crítica de Dungeons & Dragons: Honor entre Ladrones.
Dungeons & Dragons – Cuando la aventura vuelve a tirar sus dados
Mi mente buscaba otra alternativa para olvidar el vaivén de mi pobre corcel. Debería jubilarlo ya, os lo puedo garantizar. Al mirar a la derecha, distraído, podía ver el cementerio de aquellas buenas películas. «Aventuras de las buenas». Apenas se podía acabar de leer aquel cartel torcido. Porque sí, aquellas aventuras desenfadadas, sin pretensiones que te hacían transportate a un mundo de ligera picardía y épica han muerto.
Bueno no, se han transformado en nuestras aplaudidas películas de superhéroes, justo antes de que éstas se atiborraran hasta el hartazgo de éxito y conformidad. Que no, uno no se puede quejar. Pero, no puede evitar que la nostalgia de piratas, ladrones y fantasía te hicieran palpitar con alegría.
Porque sí, podemos encontrar en Dungeons & Dragons una aventura de calidad. Una especie de hijo entre El Señor de los Anillos y Guardianes de la Galaxia. Pero por supuesto, después de pasar una noche incómoda en una taberna y perder un poquito de épica y chispa de sus progenitores. Pero, para ir paladeando, las referencias son los sabores que sentirás en más de un momento de Dungeons & Dragons.
Cuando una historia es honesta, sincera consigo misma y, sobre todo, te mantiene en movimiento constante, aparece una partida como ésta. No han salido los dados perfectos. Pero, estamos dispuestos a improvisar para mantenernos enganchados a este espectáculo.
Dungeons & Dragons – Cuando el fracaso se vuelve estribillo
Todavía quedan dos días de viaje. Agarro el viejo laud. Aunque parezca mentira, no me lo regalaron al comprar aquel corcel. Pero la cuerda que le faltaba, hacía más difícil que mis dedos tocaran ninguna melodía. Bueno, no haber aprendido jamás, tal vez era el motivo real por el que no era capaz de entonar ni la canción del ser más ebrio.
Porque el fracaso es el motor de esta película. Porque el fracaso puede tener el rostro de la codicia, pero el alma de un padre roto. O tal vez, de haber abandonado a tu tribu por amor. O no ser lo que esperaba tu familia.
Dungeons & Dragons, entre las minas de sus mensajes, te habla a los ojos de tus errores. De seguir un Plan D, porque tan solo volver a intentar el Plan A, no será una buena opción. Y eso hace que, pese a las ligeras pinceladas arquetípicas de los personajes, conectes con ellos, porque tal vez no puedes transformarte en un oso-lechuza, pero sí que podrás conectar a la perfección con todas aquellas tiradas en las que no te ha salido más de un uno.
Además, la película no deja de sorprenderte. Desde los primero minutos, comprendes hacia dónde te llevará la película, pero el Game-Master, tiene preparado incontables jugueteos. Por lo que una parte de tu ser está pensando cual será la siguiente ronda a ser servida.
Dungeons & Dragons – Ladrones de honor y carisma
Porque la película vuelve a brillar en la elección de su casting. Porque todos amamos a Chris Pine y nos apuntamos a suspirar por Regé-Jean Page. Nos encantaría ser quien pule las hachas de Michelle Rodriguez y no quien se enfrenta a ellas. Todo el reparto, con Hugh Grant incluido, entran a la perfección a la partida.
La Banda Sonora ha sido una de esas tiradas triunfantes. Porque, no solo acompaña a la perfección la película, sino que se quedará para la posteridad entre mis Playlist, para embarcarme en lecturas fantásticas. Combinando a la perfección toques célticos, coros épicos y un toque Howard Shore con El Señor de los Anillos.
Si un enemigo se cierne sobre el escenario es el montaje. Porque, de una película de ladrones, se requiere un poquito más de chispa. Un poquito más de fuerza. Pero, al presentarte tanta información, se ve obligado a parar la trama con agilidad, pero mirar demasiadas veces hacia atrás.
Una partida ganadora
Deseo de corazón que este equipo de ladrones gane la partida. Por ser una película sincera, correcta sobre aquello que promete y con un sentido del humor, fantástico. Bien elaborado, con una toque inglés y siempre en su tempo perfecto. Porque se ha cuidado el detalle y el CGI y, sobre todo, por la sensación agradable con la que acabas de ver la película.
Al llegar de nuevo a mi aldea, todo parece distinto. No recordaba la ligereza de volver con una sonrisa y una buena aventura. Porque me habrán robado el oro de los bolsillos, pero encantado volvería allí. Antes que volver a gastarlo en un laud sin cuerdas…
Como siempre, un placer escribir para vosotros.
Nos leemos pronto.
P.D. Mirad vuestros bolsillos.
