El viernes pasado llegó a Netflix una nueva adaptación de la última novela de Jane Austen llamada Persuasión. Dirigida por Carrie Cracknell (muy vinculada al National Theatre de Londres), quien da el salto al cine tras las cámaras liderando a estrellas como Dakota Johnson, Richard E. Grant, Henry Golding, entre otros. Sin duda siempre que aparece nueva versión de una obra de la autora británica, sus fans están al acecho, dispuestas a encontrar fallos donde los haya. Y es que el tráiler y las imágenes de la película ya auguraban que se trataba de una versión muy libre de la obra original, con matices muy actualizados, y mucha diversidad racial. ¿Es totalmente insalvable?
Un drama romántico convertido en una comedia de enredos
Persuasión de Jane Austen es su obra más madura, con una protagonista que traspasa la edad adecuada para casarse, lo que supone que las pedidas de matrimonio son cada vez más escasas. Pero en ese tiempo Anne Elliot (a quien da vida Dakota Johnson en esta adaptación) forja su carácter amable y sereno, así como una inteligencia de la que pocos se percatan. Se dice que es la obra más oscura de la autora al ser la más crítica con la sociedad de su época a través de sus personajes y la profundidad con la que son perfilados en cada palabra que salió de su pluma.
Teniendo en cuenta estos detalles, y como fan que soy de Austen, esta versión se me presentaba como un intento de querer hacer algo nuevo sin respetar el material original. Lo único que tiene de Jane Austen son los nombres, y los lugares donde se ambienta la historia. Lo demás, invenciones para darle un aire fresco y divertido a una obra que jamás describiría como cómica.
El drama es sustituido por una comedia romántica, donde la protagonista rompe la cuarta pared para interactuar con el espectador, como ya vimos en Enola Holmes y que le da un toque diferente a las típicas películas de época. Es un recurso que funciona porque el tono del film, como ya he dicho, es divertido, y los pocos momentos dramáticos son suavizados y tratados de manera ligera.
Pero volvamos a la protagonista, Anne, presentada como la tía solterona borracha (en serio, se pasa toda la película bebiendo, incluso a morro de la propia botella), que protagoniza momentos de vergüenza ajena que sonrojarían a la Anne original. No desentona dentro del género en el que se mueve. Pero se aleja totalmente de la imagen de dicho personaje que plasmó la autora, sobre todo en lo referente a su madurez y modales.
¿Siempre es buena opción la contemporaneidad?
Sé que está muy de moda modernizar o actualizar los dramas de época, como hemos visto en los Bridgerton, presentando más diversidad racial o incluso tratando de manera más abierta y explícita temas tabú en una época tan refinada y marcada por el pudor social (toda una hipocresía, sin duda, pero las cosas eran así). Si bien es cierto que al final se disfrutan, se pierde tanto en el camino que, si una se para a reflexionar, se plantea si vale la pena.
Ese es el problema de esta nueva Persuasión. Para los que desconozcan el material original, les resultará encantadora, tal vez. Y realmente Dakota Johnson está espléndida, muy socarrona y divertida. Me ha encantado volver a ver a Cosmo Jarvis en un papel más sosegado y romántico, muy alejado del que interpretó en Lady Macbeth (película muy recomendable protagonizada por Florence Pugh), donde lo vi por primera vez. Richard E. Grant tiene un papel muy pequeño, pero siempre cumple.
Y en general, si no dijeran que está basada en la novela de Jane Austen, podría tratarse de un producto diferente y fresco, como la serie de ShondaLand. El problema, no obstante, es que son obras notorias de una autora muy querida. Y por muy buena voluntad que tengas de darle una oportunidad y valorarla por sus cualidades propias, no puedes olvidar que los personajes que aparecen en pantalla no son los que concibió Austen.
En definitiva, Persuasión tiene cosas buenas, entre ellas una brillante Jonhson y una ambientación y vestuario maravillosos. Es ingeniosa, e incluso me atrevería a decir que tiene alguna frase memorable. Pero tratar una obra tan profunda como una simple comedia de enredos duele. Y mucho.