Finalizamos la semana con una película estrenada a principios de marzo, ideal para estos días cargados de empoderamiento femenino. Lejos de ser una película más, Moxie es una declaración de intenciones, una lucha contra el machismo que todavía está muy vigente entre los jóvenes pertenecientes a la denominada generación Z.
Nadie más va a callarse
Amy Poehler deja de lado la comedia, y nos presenta una historia muy real con la que es fácil empatizar. Personalmente, muchos de los pequeños detalles que se muestran en la película los he vivido, sea en primera o tercera persona, y sorprende que diez años después, no hayamos avanzado nada. A través de un personaje como Vivian, con Moxie vivimos el inicio de una revolución que pretende cambiar las normas del instituto. Lejos de ser una chica decidida y valiente, la protagonista es tímida y, como algunos la definen en la cinta, sumisa. Pero incluso la persona más dócil acaba levantando la voz ante la injusticia. Y ese es uno de los puntos fuertes de la película, el contar con una protagonista con la que es fácil identificarse. Porque todas nos hemos callado muchas veces a esa edad, y en más de una ocasión nos habría gustado pegar un grito y decir: ¡basta!
Moxie es honesta con lo que quiere tratar. No pretende ser perfecta, solo hacer ruido, aunque sea entre unos pocos. Es suficientemente inteligente y emotiva para llegar al espectador, sobre todo al público más joven, pero no dejará indiferente a aquellos que hace ya un tiempo que dejamos el instituto. Tiene un reparto que cumple con creces, y transmite de manera acertada el mensaje de lucha que desprende el guion de la película. A excepción de la publicidad que le hizo Amy Poehler en los Globos de Oro, la película ha pasado bastante desapercibida entre el inmenso catálogo de estrenos de Netflix. Por ello, si todavía no la habéis visto, os animo a hacerlo. Tal vez esta historia juvenil con sus tópicos incluidos consiga sorprenderos y removeros por dentro como ha hecho conmigo.