Este fin de semana hemos terminado de devorar una de las series españolas más exitosas de Netflix. El inocente es una adaptación de la novela de Harlan Coben, y nos adentra en una historia que os atrapará desde el primer episodio.
Esta miniserie de 8 episodios empieza una noche, hace nueve años, en que Mateo intercedió inocentemente en una pelea y terminó convirtiéndose en un homicida. Ahora es un ex-convicto que no da nada por sentado. Su mujer, Olivia, está embarazada, y los dos están a punto de conseguir la casa de sus sueños. Pero una llamada impactante e inexplicable desde el móvil de Olivia vuelve a destrozar la vida de Mateo por segunda vez.
Oriol Paulo vuelve a sorprendernos
A partir de aquí nos sumergimos en un rompecabezas cuyas piezas vamos encajando a medida que nos adentramos en la trama. Y todo ello con una dirección excelente y unas notorias actuaciones por parte del elenco. Eso sí, es un thriller de emociones muy fuertes, de ahí que me río yo en la cara de la persona encargada de calificar por edad dicho producto. Que nos os engañen: las imágenes que os podéis encontrar son suficientemente explícitas para recibir una calificación por edad más alta del «no recomendada para menores de 16 años».
Y es que el argumento gira en torno a un mundo criminal muy turbio y asquerosamente realista, de modo que tienes que tener el estómago preparado para adentrarte en ese oscuro mundo de violencia y depravación. Solo me gustaría algún día tratar este asunto sin que nadie se me eche al cuello ni me trate de mojigata: ¿es necesario pasar ciertos límites en nombre del arte? Siento que últimamente la gran mayoría de productos que encontramos en las plataformas son extremadamente explícitos sin justificación aparente. Es cierto que en el caso de El inocente alguien podría rebatir que su alto contenido sexual y violento sí está justificado por su trama. Aun así, es una reflexión que dejo en el aire si como espectadores de una trama de ficción (por mucho que beba de la realidad) necesitamos ver tanto.
Dejando este punto aparte, El inocente es un buen thriller que funciona muy bien y mantiene la intriga hasta el final. Hay cosas más predecibles y alguna que otra sorpresa, pero en términos generales hay una excelente dirección y un guion bien trabajado que mantiene al espectador enganchado en cada episodio. Mario Casas consiguió convencerme con una actuación muy madura, y ver a Miki Esparbé después de Reyes de la noche en un registro tan diferente me sorprendió positivamente. Aura Garrido, Alexandra Jiménez, José Coronado, Juana Acosta, Martina Gusman, Xavi Sáez y Ana Wagener cumplen con sus papeles de forma satisfactoria y todos ofrecen una interpretación a la altura de la producción.
Oriol Paulo vuelve a sorprendernos después de Durante la tormenta o Contratiempo, dos películas que personalmente disfruté mucho en su día. Sabe contar una historia, y sabe cómo atraparnos. Pero, a diferencia de estos dos títulos mencionados, esta vez su forma de narrar es mucho más impactante visualmente, sin dejar nada a la imaginación. Para algunos será un asunto sin importancia. No obstante, quiero pensar que no soy la única que piensa que a veces es mucho más satisfactoria una narración implícita que una extremadamente explícita.