El próximo 20 de enero llega a nuestra cartelera Babylon, la nueva película de Damien Chazelle (Whiplash, La La Land), la cual está protagonizada por Margot Robbie, Brad Pitt, Diego Calva, Jean Smart, Jovan Adepo y Li Jun Li. Aunque la taquilla mundial no esté yendo a su favor, la intención de Paramount es que Babylon sea el éxito de la temporada. ¿Lo merece? ¿Lo conseguirá?
“Érase una vez en Hollywood”
Ambientada en Los Ángeles durante los años 20, cuenta una historia de ambición y excesos desmesurados que recorre la ascensión y caída de múltiples personajes durante una época de desenfrenada decadencia y depravación en los albores de Hollywood.
Que el ritmo no pare
Os voy a hacer un pequeño spoiler de mi crítica: acabo diciendo que es una obra maestra. Un 10 como una catedral. La mejor película del año habiendo solo empezado este. Y es increíble que escriba esto porque al empezar la película, con sus 5 minutos iniciales, pensé: ¿Pero qué es esto? ¿Esto lo ha hecho Damien Chazelle?.
Babylon era una película a la cual le tenía muchísimas ganas, y que lo primero que viera de ella eran un gag con poca gracia que tiraba de chistes escatológicos muy básicos y predecibles me hicieron replantearme si mis expectativas me habían jugado una mala pasada. Pero qué equivocado estaba…
Nada más pasado ese “bache”, lo que te encuentras es una secuencia de casi 30 minutos de una fiesta de Hollywood increíblemente bien realizada. Esa media hora es frenética y no deja al espectador descansar. La “fiesta” está llevada a cabo con una dirección brillante, un montaje de ensueño y una banda sonora trepidante; donde lo único que puedes pensar es: ¿Cuánto dinero ha costado hacer esto?.
Toda la película está rodado con una clase y una maestría increíble, pero lo de su introducción es digno de mención. Siempre se ha hablado mal (y yo también lo he hecho) de la constante necesidad que tiene Baz Luhrmann metiendo velocidad a la cámara en casi todas sus secuencias. Pues aquí Chazelle lo «emula», y creo que sale increíblemente bien parado: tus ojos no se desenganchan de la pantalla y tu cuerpo te pide ritmo.
Desde el momento en que empieza hasta que acaba (con un firme fundido a negro que da lugar a un BABYLON en letras mayúsculas) no podía dar crédito al festival visual que estaba teniendo delante de mí. ¿Sería toda la película así? ¿O después de los “fuegos artificiales” la película perdería toda su magia? Lectores y lectoras, la fiesta seguía.
Y es que después de esa larguísima y entretenidísima introducción de personajes, nos quedaba por delante la vida y evolución de sus protagonistas, pero también la del propio cine. ¡Vamos allá!
Si Érase una vez en Hollywood (otra vez con Pitt y Robbie) era un viaje por la industria cinematográfica americana en los años 60, Babylon usa la misma carta para narrar la evolución del cine desde los años 20. Desde el éxito del cine mudo, pasando por la aparición del sonido, hasta el cambio que supuso la “formalidad” y “moralidad” de la sociedad para la propia industria.
Todos estos cambios que los espectadores disfrutaron (y que como espectadores del presente también disfrutamos) no fueron algo tan maravilloso para los implicados en el cine, y ese es uno de los puntos más fuertes que tiene la película: cómo es capaz de poner el foco en lo bonito que es el cine, pero lo difícil que puede ser la industria.
Y es justo con esta idea con la que Chazelle crea sus personajes: Por un lado, a Nellie LaRoy (Robbie) y Manny (Diego Calva), dos jóvenes amantes del cine que desean con todas sus ansias aprender el oficio, conocer este mundo y poder vivir de ello. Por otro lado, a Jack Conrad (Pitt), un actor de Hollywood consagrado al que todo el mundo adora. Con estas tres historias interconectadas, pero independientes, veremos lo que cuesta conseguir tus sueños y mantenerte en la élite de Hollywood.
Porque claro, pasemos a hablar de otro aspecto importante de la película: Margot Robbie y Brad Pitt. Cuando una película como Babylon tiene la adrenalina puesta, cada minuto avanza sin pausa, haciendo que se lleguen a tocar casi todos los géneros cinematográficos (drama, comedia, aventuras e incluso terror). Y es ahí cuando necesitas a actores y actrices que puedan jugar con esos registros, y Robbie y Pitt son la clave.
Podría pecar de subjetividad mi opinión al ser fan incondicional de ambos, pero es que los hechos son los hechos. ¿La facilidad que tiene Margot Robbie para sacarte una carcajada a causa de una payasada para, acto seguido, erizarte la piel con una mirada a cámara con una honestidad y un peso emocional tan grande? Como espectador no tienes palabras para expresar lo que estás viendo (y sintiendo). Sin spoilers, la escena de su primer rodaje es una cosa apoteósica.
Y luego tenemos a Brad Pitt, el chico (sí, tiene 59 años, pero increíblemente bien llevados) de oro de Hollywood que sigue aprendiendo y evolucionando sus dotes interpretativas. Llegando a lo máximo en lo que comedia respeta, pero también brillando en los momentos más crudos de su personaje, Pitt demuestra que aún tiene mucho que enseñarnos. Sin spoilers, el diálogo que tiene al final con Jean Smart no tiene nombre.
También es justo aplaudir el trabajo de Diego Calva, que, siendo su primer trabajo en Hollywood, se desenvuelve muy correctamente teniendo al lado a tal plantel de actores consagrados. Creo que si Calva se mimetiza tan bien con su personaje, es porque el espectador lo ve como el papel que interpreta: alguien nuevo que aparece de la nada y quiere estar en el cine, al cual podemos ver cómo evoluciona en este nuevo mundo. Hay algo ahí rollo meta que funciona realmente bien.
Y para acabar, después de hablar de su dirección, su guion y su elenco, toca hablar de su banda sonora. Justin Hurwitz nos sorprendió en Whiplash y nos enamoró en La La Land. ¿Qué podía hacer aquí? Llevar la batuta de la película (valga la redundancia).
Babylon no se puede entender sin su BSO. Si le quitas su música, o si la cambias por otra, todo se va al garete. Cada imagen, cada secuencia, cada plano, cada diálogo… Todo está combinado a la perfección. La imagen y el sonido no van separados, van de la misma mano. Por eso creo que Babylon puede clasificarse incluso como un musical, porque la música es un personaje más en la historia, ¡qué digo un personaje!, la música es la propia historia.
Conclusión
Babylon es otra obra maestra de Chazelle. Su dirección, la BSO de Hurwitz y un elenco que lo da todo (Robbie merece todos los premios habidos y por haber) dan como resultado una carta de amor al cine (y una feroz crítica a la industria) que emociona.