Tenemos el inmenso placer de daros a conocer el proyecto en el que trabaja uno de nuestros colaboradores, Daniel Grandes, a quien muchos conoceréis en Twitter como @UnFrikiInculto. Hoy os hablamos de Tríptico, un largometraje realizado por seis alumnos de la Universidad Pompeu Fabra como parte del Trabajo de Fin de Grado. El proyecto, que se sitúa entre el terror psicológico y el drama, indaga en la creación artística y en los límites entre ficción y realidad. ¿Queréis conocer más sobre este interesante film? Os invitamos a leer la entrevista que le hicimos tanto a Daniel como a Martí Farrés, dos de los directores de la película. Desde aquí les agradecemos de nuevo la confianza depositada en nosotras y el tiempo dedicado a contestar estas preguntas.
Empecemos por el principio. ¿Cómo nació Tríptico?
El germen absoluto de la idea fue en una visita que Dani, director de la película, hizo a una casa del s. XIX en Tarragona justo antes de la pandemia. Estar en ese espacio tan aristocrático y lujoso nos hizo pensar “qué pasaría si metiéramos aquí a un artista actual, con las inquietudes, gustos y miedos de la juventud contemporánea”. El anacronismo de alguien pintando un cuadro en un espacio así mientras escucha trap y fuma porros nos pareció muy interesante. Después de un año de ideación, la película es muchas otras cosas, pero la idea del diálogo intergeneracional entre artistas sigue ahí. Creemos que el coronavirus también ha afectado mucho, tanto a nosotros como a la película. La frustración, la rabia y la paranoia son elementos que estaban desde el minuto uno, pero que ahora han tomado otro sentido totalmente diferente.
Contadnos, ¿cuáles han sido vuestras inspiraciones para esta película?
No os vamos a mentir: hemos tenido innumerables referentes artísticos a la hora de construir la película. Muchos de ellos han ido quedando obsoletos, pero siempre queda alguna traza de ellos. De lo primero que recordamos fueron las pinturas negras de Goya, los últimos cuadros de Rothko y, sobre todo, el tríptico del Jardín de las Delicias, de El Bosco. Más allá de ser referentes visuales de cara a la estética de nuestra película, son obras que no pueden entenderse sin tener en cuenta el contexto de quien las pintó, y creemos que eso es algo que describe a la perfección lo que queremos contar en Tríptico.
A nivel cinematográfico, nos fijamos mucho en cómo Antonioni habla de la obsesión por la imagen en Blow up. Películas de Bergman como La hora del lobo o Persona y su forma de encerrar a dos personajes en un solo espacio hasta llevarlos a la paranoia han estado también muy presentes a la hora de construir el guion e incluso la puesta en escena. Por decir algo más actual, Suspiria, El faro o Midsommar nos han acompañado en gran parte del proceso.
Y, bueno, Gaspar Noé también. En este grupo no podemos hacer nada sin pensar en el bueno de Gaspar Noé. Perdón.
¿Nos podéis hablar un poco del trabajo que hay detrás? ¿Y qué desafíos se presentan por delante?
No os vamos a mentir, el proceso está teniendo sus luces y sus sombras. Quizás más sombras que luces, sobre todo conforme nos acercamos a la fecha de rodaje. Pero al final nos beneficia en cierto modo, ya que el epicentro de la obra es justamente cómo la frustración es algo con lo que todo proceso artístico debe convivir.
Empezamos a construir esta historia durante la cuarentena de marzo, cosa que creemos que ha contaminado bastante la obra. Cuando por fin fuimos libres para salir, nos encerramos en una casa perdida de la mano de Dios en Huesca (acompañados de dos burros) para acabar de cerrar los detalles de lo que queríamos que fuera Tríptico. A partir de ahí, casi todo fue guion, escaleta, guion, escaleta, guion… Lo más complicado quizás haya sido el asentar las bases del relato por completo y, sobre todo, renunciar a muchísimas cosas, ya sea por dinero, por el virus o por el tiempo. A día de hoy, la película ya empieza a tener cara y ojos, pero esos fantasmas que el proceso ha ido creando nos siguen acechando y nuestro objetivo es poder enseñároslos en Tríptico.
Hay muchísimos desafíos que os podríamos nombrar. Problemas de financiación (nos podéis ayudar con el Verkami como ya sabéis jiji) y de inspiración, de localización… Pero quizás el más relevante y el que más necesitamos reivindicar es el que tiene que ver con la salud mental. Crear un largometraje exige de por sí un desgaste personal brutal, pero si a eso le sumas las limitaciones y los obstáculos que el contexto actual nos pone por delante se convierte en algo a veces casi imposible de gestionar. Pero bueno, aquí estamos. Lo bueno es que somos un grupo de amigos antes que un equipo de rodaje, así que nos hemos intentado cuidar. Hemos intentado disfrutar de cada uno de los momentos del proceso, así que nos quedamos con eso.
¿Os gustaría presentar este proyecto a algún festival para llegar a un público más amplio?
La verdad es que sí, pero siempre es algo que da bastante respeto. En el punto en el que se encuentra el proyecto lo vemos como algo muy lejano, pero hemos construido la película en base a la ilusión de que algún día podrá verse en una pantalla de cine. Parecemos un poco monotema, pero el contexto actual pandémico no ayuda en absoluto a la distribución de las películas. Por poner ejemplo, en septiembre del año pasado rodamos un cortometraje llamado ‘BRO’ y hemos tenido que luchar muchísimo para poder verlo proyectado en una sala. De hecho, ha sido seleccionado en un festival y ni con esas puedes garantizar que vaya a verse fuera de una pantalla de ordenador. Pero dejando lo negativo aparte, el objetivo final es que Tríptico llegue a la gente sea en el formato que sea: cine, ordenador o móvil (un saludo a Scorsese).
Le tenemos mucho cariño al formato festival de cine puesto que es algo que nos ha unido como grupo, tanto a nivel personal como profesional. Por ejemplo, hemos participado en concursos de micrometrajes para festivales pequeños que nos han permitido realizar pequeños simulacros de lo que serían proyectos más grandes. Pero si nos tuviéramos que quedar con un festival para proyectar Tríptico, sería sin duda Sitges. Hemos ido varias veces juntos y se ha convertido ya en una especie de ritual que no nos perdemos nunca. Ver ciertas películas allí nos ha cambiado nuestra perspectiva de ver tanto nuestra cohesión de grupo como nuestra forma de entender el cine, cosa que ha sido crucial para construir este proyecto.
Por último, en pocas palabras, ¿cómo presentaríais Tríptico para atraer al público y que se interese por la película?
Lo que a nosotros nos parece más interesante de Tríptico es que es una explosión controlada. Es una película que se ha construido y destruido incontables veces, y que al hacerlo ha perdido el miedo a ser algo impredecible.
Tríptico es muchas cosas, pero al final del día no deja de ser una historia sobre lo que pudo ser y no fue. Creemos que es algo que, sobre todo en este último año, muchos habéis podido llegar a sentir. Queríamos convertir este sentimiento de impotencia y desgana en una montaña rusa. Por decirlo de otra forma, Tríptico intenta ser el hijo no deseado que Historia de un matrimonio y El faro tuvieron durante el confinamiento.
«Siempre quisimos narrar un relato introspectivo y opresivo con el que todo artista se pudiese sentir identificado, así que la totalidad de nuestra película está protagonizada por solamente dos personajes y tiene lugar en un espacio cerrado. El proyecto nace de nuestros propios fantasmas artísticos y de cómo los procesos creativos pueden estar repletos de frustración y placer al mismo tiempo. Esta es la historia de alguien que crea. El paralelismo entre nosotros (los creadores) y los protagonistas es evidente y se evidencia en el mismo filme.»
Esa es la presentación del proyecto que podéis encontrar en Verkami, y que podéis ayudar a financiar, desde 5 euros a 5.000. También podéis saber más sobre los miembros del equipo, las localizaciones y las recompensas por ayudar a que este proyecto vea la luz. Desde aquí, deseamos que así sea, y podamos pronto hablaros más de esta interesante propuesta audiovisual.