La historia de Ariel cumple hoy treinta años desde que fue estrenada allá por 1989. La Sirenita recuperó la magia y el encanto de los mejores tiempos de Disney. Y se convirtió en un referente inevitable para las siguientes producciones del Estudio.
Cómo surgió
La idea de realizar la adaptación del relato de Hans Christian Andersen nació en 1985 cuando Ron Clements (director de la película, junto a John Musker) se encontró con un ejemplar del cuento en una librería de Los Ángeles. Al leer La Sirenita, pensó que era una historia hermosa y poética que ofrecía unas posibilidades visuales realmente apasionantes. De ahí escribió un primer borrador y tras la aprobación de Jeffrey Katzenberg y Roy Disney, el manuscrito empezó a evolucionar. John Musker se unió al proyecto y ambos directores pensaron que sería una idea estupenda contar con un buen apoyo musical que supusiera una parte importante dentro de la cinta. Entonces contrataron los servicios del compositor Alan Menken y del letrista Howard Ashman.
La colaboración entre los directores y los músicos fue más determinante en La Sirenita que en ninguna otra película después de la muerte de Walt Disney. Las canciones supusieron una guía para la historia, acentuaron e hicieron avanzar partes de la trama, y conformaron el carácter de los personajes. De hecho, volviendo al antiguo sistema de trabajo del Estudio, Menken escribió primero la música para que la animación se adaptara a su partitura. Así surgieron las siete maravillosas canciones que a día de hoy continuamos tarareando.
Bajo el mar
Debido a que casi dos tercios de la película se desarrollan debajo del agua, fue necesaria una gran cantidad de animación de efecto secundario para realzar la ilusión subacuática. Para la recreación del mundo submarino, así como para animar la forma de moverse de los personajes bajo el agua, los animadores tomaron como referencia directa las secuencias submarinas de Pinocho para así poder entender mejor cómo quería Disney que se animaran tales escenas. Además, se colocó un gigantesco acuario en uno de los pisos del edificio de animación para que los artistas pudieran tener siempre referencias visuales de cuantas especies marinas iban a poblar su fantasía fílmica. Los animadores de efecto secundario dibujaron miles de burbujas y experimentaron con el tratamiento de la luz reflectora y su efecto distorsionante, además de varios trucos visuales para crear la sensación de estar realmente debajo del mar. Por ello, la película contó con el más amplio número de efectos de animación desde Fantasía. El resultado fue espectacular.
Ariel: El cambio radical en las mujeres Disney
El personaje femenino de la película se caracterizó por su personalidad liberal y moderna en todos los sentidos. A partir de ella, se perdió la delicadeza y fragilidad de antaño en el trazo de los dibujos femeninos. Por primera vez se vieron descarados escotes y seductores ombligos. Pero la transformación no se detiene solamente en el físico. Va más allá, adentrándose también en el carácter: Ariel ya no es una chica sumisa y abnegada (como lo fue Alicia o Cenicienta), sino que se rebela contra su propio padre ante lo que considera una postura injusta. Una mujer joven decidida, independiente, liberada y activa.
La Sirenita. El camino hacia el futuro
El Estudio llevaba tres décadas sin adaptar un cuento de hadas. En un momento en que necesitaban desesperadamente recuperar el prestigio perdido, el relato de Andersen se lo dio. Su recaudación mundial alcanzó los ochenta y cinco millones de dólares. Tras este arrollador éxito que se auguraba antes de ser estrenada la película, nada volvió a ser igual dentro del Estudio Disney. Y en consecuencia, en el mundo de la animación.