Uno de nuestros clásicos Disney de la infancia está de aniversario. Pocahontas, la historia de la joven indígena que salva a su pueblo del ambicioso gobernador John Ratcliffe, cumple veinticinco años. En un día como hoy le dedicamos un especial en el blog. ¿Queréis conocer detalles curiosos sobre el film?
Cómo surgió el proyecto
En cuanto Mike Gabriel dio por finalizada la producción de Los rescatadores en Cangurolandia en noviembre de 1990, comenzó a buscar un tema para su próxima película. Lo único que tenía claro es que quería que fuera una intensa historia de amor en plan Romeo y Julieta. Y no tardó mucho en darse cuenta que la leyenda histórica sobre la indígena que se enamora del colonizador podría dar mucho juego. En una reunión en el otoño de 1991, Gabriel les propuso a Jeffrey Zatzanberg y Michael Eisner la idea e inmediatamente ambos aprobaron el proyecto. El argumento daba pie a una bonita historia de amor, aventura, diversión, grandes emociones y un claro mensaje ecologista que podría ser explotado por el estudio.
El productor James Pentecost, que había estado varios años trabajando en Broadway, aportó toda su energía creativa y los conocimientos atesorados a lo largo de su carrera. Junto a los once supervisores de animación, y a casi seiscientos artistas, dieron vida a una de las aventuras más adultas y dramáticas de Disney.
Más allá de la clásica historia de amor de princesa
Pocahontas les ofrecía algo más interesante que proyectos anteriores. Por primera vez se trataba de un suceso y unos personajes reales. Eso les permitiría profundizar con mayor realismo en todo el aspecto emocional de la historia. El otro reto que el Estudio se propuso fue crear un fantástico y mágico mundo real que envolvería a los personajes. Para ello, la naturaleza tendría que tener vida propia que se expresaría a través del viento, los colores y la espiritualidad.
Una de las primeras ideas de Mike Gabriel fue la de personificar a la madre de Pocahontas. Sería una estrella del cielo que, a lo largo de la película, ayudaría a su hija y la guiaría hacia su feliz encuentro con John Smith. Según la leyenda, una de las abuelas de Pocahontas era una anciana hechicera que le hablaba sobre los espíritus que vivían en el sol, los árboles y los animales. Para ayudarla con su decisión acentuar la conexión de los indios con la tierra, los guionistas decidieron rescatar también esta parte de la leyenda y crearon al personaje de la abuela Sauce. Aunque en un principio se llegó a plantear la posibilidad de que el árbol fuera el narrador de la historia, el giro que la película empezaba a adquirir desaconsejó esta idea. Este personaje suplantaría a la madre de Pocahontas. Aunque está claro que el remolino de viento que siempre acompaña a la muchacha esconde un poco de la esencia espiritual de aquel primerizo concepto.
Teniendo en cuenta que la última vez que se habían animado indios en Disney fue en 1953 para Peter Pan, se contrató a historiadores y antropólogos especializados en las culturas indígenas norteamericanas para que asesoraran a los animadores en cuestiones de folclore, costumbres, cultura, etc. También contrataron los servicios de Jim “Great Elk” Waters (Gran Alce) como líder tribal americano nativo, quien asesoró a los animadores en cuestiones de costumbres y tradiciones de los indios de la época.
Más ficción que realidad
Pese al afán realista que Katzenberg tratara de imponerle al film, los guionistas alteraron los hechos históricos cuando les dio la gana. Si no que se lo cuenten a Pascu y Rodri, que lo explican claramente en su vídeo de Destripando la historia. Al final, un grupo de tres escritores trataron de recrear la verdadera historia de la princesa respetando esencialmente los hechos históricos más destacados. Pero rellenando con la fantasía típica Disney todos los huecos que la tradición popular no había completado.
Eso sí, es el único film hasta la fecha que no acaba bien. No tiene un happy end, o un beso final prometedor de un futuro feliz. Uno de los rasgos que aporta más seriedad y madurez a esta película.
Vuelta al musical
Alan Menken y Steven Schwartz escribieron siete canciones inspiradas en la música tradicional indígena, pero sin dejar a un lado toda la pompa y el glamour propios de un musical de Broadway. Así, la película recupera el tono de opereta, de forma que los personajes expresan sus sentimientos y pesares cantando. Nuevamente la Academia premió a Menken por su banda sonora y por la espléndida canción “Colores en el viento”.
Pocahontas, la nueva heroína contemporánea
Para ese tiempo, Disney ya no disimula el erotismo en sus dibujos. Y es que esta nueva heroína Disney es una princesa india de esculturales y eternas piernas, pecho firme y prominente, gruesos labios y mirada rasgada. La estrecha relación que mantiene con las fuerzas de la naturaleza le confieren un aspecto mítico del que otras heroínas carecían. Pero, lejos de ser meramente una hermosa joven, se podría decir que el personaje traspasa su papel histórico para convertirse en una activa mujer contemporánea. Inteligente, liberal, valiente, culta y mucho más progresista que cualquier otro miembro de su raza que Hollywood haya llevado a la gran pantalla.
Pocahontas nos da toda una lección de ecología y amor que todavía resuena con gran fuerza a día de hoy. Puede que no sea la película más original del estudio, pues aprovecha bastantes elementos de producciones anteriores. Pero ese canto a la naturaleza y a la unión entre pueblos sigue conmoviéndonos. Es por eso que hoy la rememoramos, mientras escuchamos de fondo esa maravillosa banda sonora, dejándonos llevar río abajo, siguiendo la corriente.