El 17 de octubre de 1968, hace ya 50 años, se estrenó en las salas de nuestro país 2001: Odisea en el espacio, la primera y última película de Stanley Kubrick dentro del género de la ciencia ficción. El 3 de junio de 2018, casi 50 años después, un servidor vio por primera vez el filme.
Medio siglo de diferencia existe entre estos dos sucesos, pero aún así, me quedé a cuadros. A día de hoy, es una de las experiencias más complejas y sublimes que he vivido en una sala de cine. Esto hace que sea un honor poder escribir este artículo con motivo de su 50 aniversario. Teniendo en cuenta lo difícil de abarcar que es el filme, he decidido dividir esta odisea en tres actos con el objetivo de conseguir resumir (si es que es posible) de la forma más concisa que pueda por qué 2001: Odisea en el espacio supuso un antes y un después para la ciencia ficción.
¿Estamos solos?
Esta era una pregunta que obsesionó a Stanley Kubrick durante mucho tiempo, hasta el punto de querer utilizarla como eje central de una de sus películas. ¿El único problema? La percepción que el público tenía de las películas de ciencia ficción, las cuáles solían quedar renegadas a un cine de serie B vacío de significado. Totalmente minguneado por la grandes productoras. Kubrick quería demostrar que temas como los viajes espaciales, la vida extraterrestre o la propia pregunta que titula este párrafo eran temas de investigación científica dignos. Y que podían ser tratados en una película de forma filosófica y trascendente. De hecho, en la carta que le envió el director a Arthur C. Clarke, escritor y científico británico, proponiéndole escribir el guión de 2001, este le confiesa que «siempre había querido discutir la posibilidad de hacer con usted una proverbial película de ciencia ficción realmente buena».
¿Cómo quería conseguir el director su propósito? Entre otras medidas, para demostrar la legitimidad científica de su película Stanley Kubrick decidió entrevistar a diferentes figuras relevantes del mundo de la astronomía, teología y filosofía para introducirlas al inicio de su película a modo de prólogo de unos 20 minutos. No obstante, aunque estas sirvieron al director para conocer un poco más acerca de temas como el origen de la vida o la inteligencia artificial, finalmente decidió no introducirlas en la película. ¿Por qué? Porque se dio cuenta de que, si de verdad quería cumplir su propósito, el filme debería valerse por sí solo para transmitir sus complejas obsesiones. Y no cabe ninguna duda de que lo consiguió.
¿Qué es el monolito?
Esta es la pregunta que estuvo en la cabeza de la mayoría de críticos hace 50 años, siendo objeto de debate durante bastante tiempo. ¿Cuál es el significado de 2001: Odisea en el espacio? Lo más curioso es que, de todos aquellos que intentaron averiguar la respuesta a esta complicada pregunta, quién más sorprendió a Kubrick fue una joven de 15 años de Nueva Jersey. Después de ver la película, decidió escribir sus reflexiones sobre esta. El profesor de la chica decidió enviarle sus teorías al director, el cual respondió: «Las especulaciones de Margaret Stackhouse (la joven de 15 años) sobre la película son lo más inteligente que he leído hasta el momento, e incluyo todas las críticas y artículos que han aparecido sobre el filme. ¡Eso sí es inteligencia!». Ahora bien, si al igual que un servidor no eres tan inteligente como la señorita Stackhouse y no entendiste a la primera lo que Kubrick quería contarte, sigue leyendo.
La película está dividida en 4 actos, separados en el tiempo y con una temática aparentemente independiente. Uno de los pocos aspectos que ponen en común a estos episodios es la presencia del monolito. Un bloque ortoédrico de color negro que aparece en momentos concretos de la acción. ¿Qué significa?
El avance humano
Cada vez que un monolito aparece en pantalla, los protagonistas descubren algo que les hace avanzar como especie, como si esa roca perfectamente pulida fuera una metáfora del conocimiento humano. Por ejemplo, en el caso del primer acto, cuando el monolito aparece, los simios aprender a utilizar un hueso como arma para protegerse de sus enemigos. En el segundo acto, un grupo de astronautas lo encuentra en la Luna, creando en ellos un debate sobre el sentido de su existencia y si hay alguien superior al hombre. En el tercero, el monolito parece abrirle al protagonista las puertas a una especie de nueva dimensión, probablamente el infinito o el principio del universo.
Lo que Kubrick parece querer simbolizar con el uso del monolito es que quizás cualquier avance que la humanidad haya realizado haya sido programado por alguien superior a nosotros. Alguien que nos guía en nuestro propio progreso como si fuéramos una especie de experimento, unos títeres. Con el monolito, Kubrick simplemente nos vuelve a preguntar: ¿Estamos solos?
Y el director no sólo nos pregunta esto a lo largo de la película. También introduce otras muchas subtramas para empujarnos a la reflexión. ¿Cuáles son los límites de la inteligencia artificial con HAL? ¿Qué simboliza la habitación del final de la película? ¿O si el hombre puede aspirar a ser algo más perfecto? Pero, como decía al principio del artículo, esta película es inabarcable y voy a tener que dejar que investiguéis por vuestra cuenta.
¿Por qué es un antes y un después?
Esta es la pregunta que no me dejaba de repetir al salir de ver la película por primera vez. ¿Por qué 2001: Odisea en el espacio marca un antes y un después, no sólo en el género de ciencia ficción, sino en la historia del cine? Probablemente, entre otras muchas cosas, por no tener miedo a romper con el esquema de los géneros cinematográficos.
Todos los géneros suelen seguir un esquema, una estructura predeterminada que delimita qué mecanismos debe seguir una película dependiendo del género al que se adscriba. Y, aunque es cierto que siempre hay excepciones, eso en muchos casos provoca que todas las películas sean muy parecidas entre ellas y muy pocas tengan el valor de innovar. Por eso 2001 es un gran filme. Porque no tuvo miedo de intentar ser todo lo contrario de lo que debería haber sido.
El género de ciencia ficción estaba destinado al más puro entretenimiento palomitero. Pero Kubrick no tuvo miedo de apuntar más alto y experimentar con el medio. Y no sólo me refiero al hecho de otorgarle un valor filosófico a la película. También a la valentía del director por escoger un ritmo pausado y contemplativo en un género donde la acción es siempre predominante. O por optar por la música clásica como acompañamiento de una película sobre el espacio. O también por desarrollar unos efectos especiales que aún a día de hoy generan preguntas al espectador.
Kubrick nos enseñó con 2001: Odisea en el espacio que siempre podemos reinventar el cine. Y que, durante el paso de los años, nos iremos cruzando con monolito. Películas que marcaran un antes y un después. Y nos enseñarán que todo el cine que conocemos a día de hoy aún puede cambiar sus bases. Sin ninguna duda, 2001 es un monolito en la historia del cine.